Pido perdón a mi madre por haber
destruido su arte.
Pido disculpas a mis ojos por
haber visto tanto; mientras quietos recorrían en silencio el barro.
En el camino se pierde la brújula. Se descubre el final cuando ya no quedan zapatos ni destellos de inocencia.
La vuelta espera que llegue, y se lleva en la maleta los suspiros que todos tenemos preparados.
Pido disculpas a la vida si no
estuve a la altura del milagro que la engendró.