miércoles, 12 de septiembre de 2012

Locura en gotas de leche

No aceptaba la verdad, porque el vientre es todo. No aceptaba que la encerraron en su cuarto con los miedos del abandono. Luchaba con sus emociones. El terror escribía poemas en sus pupilas. La verdad estaba a la vuelta de la represión que la vistió en todos los talles. Le mintieron hasta despedazarla! Disfrutaban del placer a la sombra de los que quedaron solos sin su ramo. El recuerdo se trunco en un desnudo descanso entre el cielo prometido y el infierno permitido. Su ida te dejo una lágrima que suave flota el odio y no estalla sobre tus manos. Se enfermo porque le arrancaron sus pétalos adivinos. Encontró el remedio apartando del alma tus caricias de leche y tus ojos buscándola con el llanto. Se fue achicando hasta que dejo de vivir. Un vestido nuevo, un desayuno en la cama, una caricia con un beso, le habrían bastado ese día para no desfallecer. Dejo de respirar mucho antes de su último minuto. Mientras le mostraban una vida en la que no había personas que le interesara su existencia. Te sedujeron a ignorarla. Girando hacia atrás te arrancaron de golpe de sus pechos. Lejos la llevaron para que nadie la viera y la contuviera. Se fue pudriendo primero su alma, luego su cuerpo. La amenazaron con quitarle las caricias de lo que más amaba. No fue culpable de su agonía, fue víctima de estar encadenada a los miedos de la locura. Intento encontrarte por su laberinto. Pero él no lo permitió. Le quito su fruto, el agua, la posibilidad de estar. Cada segundo en el desprecio. Ese día supo absorberlo todo hasta agotar stock. Gira el presente sobre tu cabeza y tu cuerpo, de espaldas al espejo en el que te ves hoy. Da paso al perverso que vive en tu pecho encerrado desde el momento en que comprendiste que no había retorno. De ahí no se vuelve, se llega solo o por un empujón. Se alejo con sus pasos sedientos, mientras otros partieron envueltos de mentiras. Ese día espero el regreso pero el instante se le hizo pasado. Fue armando las valijas y luchaba porque no se abriera la puerta antes de tu regreso. Lejos caminaban sobre la hierba dócil. Entraba la noche y en el sueño incomprensible de su última desgracia. Era frágil, no pudo hacerle frente a ese diablo con el que vivió. Nadie acudió en su ayuda, porque él no lo permitió. Tampoco se preocupo por su destino, al contrario lo precipito. En lo lejos no se escuchan los llantos, no se siente la desesperación. Se despidió ausente cuando sus ojos pudieron percibir el vacio. No solo la dejo partir, le compro la maleta donde la llevo puesta, sino que en ella también te cargo a vos. Comprendo el enojo por el destino. Inconciente vive el que sin sentido entierra su primera bocanada de amor.
Con amor a Mary..

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