miércoles, 26 de septiembre de 2012

Al borde del papel

Nadie quiere ser convencido de otra verdad que no sea la que mejor le calza. La realidad no se comprar ni se vende, se vive, se siente, se respira y tienen tantos nombres como personas. Lo que más me molestan son las etiquetas que ciertos oportunistas cuelgan de mi ropa sin conocerme cuando se dirigen a todos aquellos que no comulgan dentro de su círculo de verdad. Esto está dirigido a esas personas que sin querer y con la mejor intención intenta violentar mi realidad tratando de meterme a fuerza de palabras, discursos y fotos bonitas y bien armadas dentro de un mundo que no es el mío y no quiero que lo sea, simplemente porque mi historia no la escribieron ni los actuales ganadores ni los actuales perdedores, ni está escrita en el futuro de ningún libro, solo del mío con hojas que no pertenecen a ningún árbol. Por eso, el que defiende una realidad tiene que estar seguro de que puede abrazarla y masticarla de un bocado. Esa manta de posibilidades no es ni tiene que ser la única absoluta. Si bien es cierto que existen índices y estadísticas, también es probable que hombres queden fuera de los números porque esos son vulnerables. Si esta realidad fuera un círculo de verdad, no habría espacio para nada nuevo y distinto. Por eso hay que tener cuidado desde que punto uno mira lo que está afuera, si desde el centro o desde el borde. Un criterio de vista profundo quizá no sea el más centrado solo porque se hace desde el interior del círculo; quizá aquel que se toma desde el límite sea más tolerante y próximo a divisar las oportunidades que están fuera de la contención. Hay algo más que aquello que nos muestran con imágenes; hay algo más que una película de desorden y miedo. Una canción dice, si la historia la cuentan los que ganan quiere decir que hay otra historia. Y los que ganan son los que tienen temporalmente el poder para crear un amigo imaginario, un escenario mítico, una proeza, un desorden virtual, un número medido por un dedo contra el viento, la sensación de que algo catastrófico sucedería si se arranca una hoja del guión. La verdad y la mentira son hijas de la misma madre, toman mate juntas bajo las sombras del mismo árbol y no vale la pena matar a nadie por defenderlas. Si la verdad fuera patrimonio de un individuo o una nación, la historia dejaría de escribirse y solo habría hombrecitos de papel manejando la tinta. Quiero decir entonces, que se guarden los discursos bonitos y no tanto en un lugar menos despectivo. Hoy la historia la escriben los que se adueñaron de los lápices. Hay otra realidad fuera del círculo, la mía, la de tantos que vemos y miramos distinto, que escuchamos y pensamos distinto. Esta realidad no es de mentira porque todavía late mi corazón, simplemente vivo y viví cosas diferentes a vos, que tanto te empeñas en estar dentro del circulo que mejor te sienta. El mismo, tan centrado te impide visualizar algo después del borde. Por eso, no lejos de tu experiencia te soplo al oído una frase: Hay tiempo para todos, aun para lo que están muertos, y puede ser que en algún futuro nos encuentre en distintos renglones de la misma hoja en blanco. Alguna vez duda, un hombre inteligente duda, aún de su propia mano con que la escribe sus días. Por qué crees tan firmemente en todo lo que te rodea como algo absoluto? Existen posibilidades fuera de tu verdad que no son mentiras. Aquello que podes tocar y aferrarte no es lo único por lo que vale la pena existir.

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