En casa el nido
vacío y la pequeña, que ya olvido tu nombre. También el enojo que sintió cuando
te fuiste. Ella esperaba que la hamaques en su tercer cumpleaños.
En abril el
cielo posa su corazon amarillo sobre la tierra, mientras yo siento el verde agresivo de las
sombras que desaparecen. Los colores se fueron borrando, solo quedo el pincel
que dejaste hace unos años colgado sobre tus rosales, hoy casi secos. En este
desierto hace frío, calor de tristezas. Cuando lloro me siento cerca de vos; me
imagino que me alzas con todas tus fuerzas, me besas y me hablas de cosas que
hoy no recuerdo para sanar mi angustia de bebe. Son las lágrimas de un niño que
necesita su manta, su leche y canto. Adentro, en el silencio de la tardecita es
cuando más me retuerce el pasado. Lo siento volver y corro, pero nunca estoy a
salvo. Acaricio tu mano invisible en los
objetos que te pertenecieron. Escucho la música que te gustaba, creo que estas
ahí mirándome. Vos no imaginaste como se iba a torcer el camino que abandonaste.
El comienzo fue un punto sinuoso entre el abismo de tener que avanzar y el de
quedarme sentada a la espera de mi turno. No te veo pero estas en el plano
quebrado de todos mis días saboreado el cristal.
No puedo, no quiero, te odio por haberme amado tanto. Pasan los autos, las
personas riéndose y nada se detienen en esta puerta. El corazón se hunde
haciendo oídos sordos a la desesperación. Dejame tenerte, no huyas de mis sueños, es el
único lugar que podemos compartir. No quiero olvidarte, no quiero hacerlo, me
invade una angustia que me despierta con los ojos en rojo. Solo una vez más,
dame un poco de mama, de manos que hacen trenzas, de tardes que cocían vestidos
de princesa para mí. Una carcajada abrumadora, un cigarrillo, tus ojos verdes, tus
malhumores, dame un poco mas de tus retos, de tus besos, de tu comida. Quiero
sentirlo todo, después podes marcharte para siempre. Repentinamente me negaste
un sorbo de tu ser. Cada momento desde entonces fue un temporal, un día de
lluvia, un sol, el atardecer recogiendo en el horizonte los colores, los cielos
que luego guarde en el cofre junto con tus fotos y la oscuridad. Yo necesito
tenerte. Necesito me acunes en tu sueño mama. Nunca te pedí algo que no pudieras
darme, una noche donde quieras que tu me puedas llevar.
Una madre es
nuestra sombra. No podemos, es imposible quitarla y no verla, lo único que se
puede hacer es cerrar los ojos y caminar a ciegas intentando adivinar los pasos
para no caer.