jueves, 11 de octubre de 2012

El encantador de toros


El domador hacedor de su propio ego desechó algo esencial, es más fiel el animal a sus instintos que el hombre a sus convicciones.

Yo creo en los toros de ojos azules, pero no en el domador  que encanta al animal hasta hacerlo sucumbir a su instinto de supervivencia.
No me resulta fácil ni permisivo intentar calmar la furia.
Me pregunto de cuantas maneras posibles se puede enfrentar al toro sin una  espada 80 cm de longitud?.

Solo un encantador muy confiado puede creer de verdad que el toro de ojos azules siempre se quedaría sentando  a espera de su última orden.  Resulto que el toro fue más sensato y de más corazón que su Opresor, un educado y coqueto encantador de animales salvajes. El toro pudiendo quitarle la vida, se permitió burlarse de él.

A diario nos encontramos con domadores que subestiman la fuerza y el instinto de supervivencia de los oprimidos. No comprende que hasta el más salvaje de los animales es capaz de copiar un acto repetitivo y monótono, al final la magia sale de la galera, y aunque eso no suceda, los pasos se vuelven previsibles. Entonces el experto domador de salvajes sumisos cae en cuenta que se aprovecho de la situación más de lo conveniente,  lo peor para él fue la máxima confianza en sí mismo, casi ignorante de aplicar siempre las mismas reglas,  y por sobre todo la  poca desconfianza hacia el brutal  animal. Lo subestimó, no lo desafío. El toro tiene corazón, instinto y supervivencia. Además de coraje para ir al hoguera. 
  
De nada sirve cambiar la naturaleza de alguien porque buena o mala le es propia.

Sucede en casi todos los ambientes y situaciones donde la mayoría acepta un papel, una regla y un escenario; mientras de la vereda de enfrente, el otro acecha con la ilusión de que ningún actor descubra que no hay razón para fingir que el encantador no tienen ninguna virtud para tenerlos a todos haciendo el esfuerzo de contener su furia, reprimiendo los deseos, avasallando las esperanzas, agotando las fuerzas y rompiendo los esquemas.
Esta historia se desarrollo  en un lugar bajo un modelo de poder, donde hay un  grupo o ciertos individuos que creen tener el toro  domado.
En el momento que brota la furia  el  señor encantador corre por el campo intentando salvarse del aguerrido animal. Si tengo que elegir  quien soy me quedo con mi parte más salvaje, ya que ese instinto demoledor me garantizo sobrevivir a los cobardes. No es fácil enfrentarse a un toro hambriento, menos aún si el domador es un inexperto.  Nada bueno hay en un lugar donde quedan rastros de polvo en las manos. El inexperto creyó que podría con la bestia como con los demás. Se adentro al ruedo y a viva voz de los integrantes comenzó a estudiarlo, no se adelantaba ni se acercaba, solo lo miraba. Un toro sabio no revela su estrategia de ataque, se puso de cola y bajo los cuernos. Y mientras el señor aguardaba tranquilo, él se paseaba como si estuviera solo, así como fumando un puro. El torero no  terminaba de decidirse si era pertinente y conveniente acercarse o esperar. A medida que  los minutos pasaban el Sr se impaciento por suponer quedar como un imbécil. Seguramente pensó, como es que un toro no ataca? De a poco todo ese espectáculo del domador de toros encantado fue desapareciendo. El Sr, comenzó a buscar la manera de enfurecerlo, pero nada resultaba. Primero, se acerco y se alejo, luego arremolino su capa, como nada acontecía, decidió subir la apuesta y comenzó a burlarse del toro manso. Un toro de ojos azules. Cuando vio que  todo continuaba igual el Sr decidió informarle al público que el animal, se había dado por vencido y entonces comenzó a avivar. Y mientras algunos se quejaban y otros se retiraban burlándose o quejándose, el Sr se distrajo, y en ese momento el toro dio un espectáculo solo para dos.   Demostró que, el encantador lejos de ser  muy inexperto era en realidad un engreído, porque esta vez, el animal se paro frente a él y sin que mediara un solo respiro incrusto sus cuernos entre sus pies. No lo quiso matar, levanto al hombre sobre su lomo y comenzó a  pasearlo por el campo, esta vez sí avivando a todos los presentes por el toro.
El espectador pudo ver un Sr acostumbrado al mandato social de lo que es. Un animal peligroso a sabiendas de la intención de quien lo acecha. En este caso particular, no había una situación de riesgo de muerte del animal, solo que este último ya estaba muerto.
Cuando salió al ruedo, su premisa era sentarse a esperar que el torero se acercara sin más. Su instinto, su gen, su esencia y toda su potencia se libero de la codicia y la sumisión. El Sr del espectáculo, se llenaba los bolsillos con poca cosa, porque no arriesgaba nada, el animal no  iba a atropellarlo, pero él iba ser aplaudido.
 Surgió el imprevisto, el toro tomo su papel de indomable y salió a relucir su fuerza, solo que, lo hizo de manera aleccionadora para el Sr que impaciente esperaba que el toro hiciera su parte domestica del espectáculo.  De esta experiencia, el toro aprendió a exigir que se lo respeten como tal hasta su muerte; mientras que  el encantador resulto ser más animal que  la fiera. Este torero fue acorralado por su presa y maltratado psicológicamente.

 A cada encantador algun dia le llega su toro de ojos azules.....

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