viernes, 5 de octubre de 2012

El purgatorio



El anciano me pregunto: Hombre cómo llegaste a este lugar?, esto es el fin pero tú estás vivo!.


Detuve  el auto, era la madrugada de una noche fría y lluviosa, a lo lejos una luz diminuta, afuera el bosque, el viento fuerte golpeando las ramas. Ruidos que no se dejaban atrapar y entre tanta oscuridad,  yo fumaba, meditando con mi otro yo, aquel aventurero que me invitaba a salir a caminar en busca de ayuda.


Luego de una hora de andar había llegado al límite que separaba la realidad del misterio, en ese punto ya se escuchaban voces y risas, gente alegre que cantaba, ruidos armoniosos, todo aquello parecía el paraíso pintado de gris. Al asomarme a su interior, una voz dijo:  “El hombre sin destino ha llegado a nuestro espacio, su visita durara una vuelta en el tiempo, debemos apurarnos a mostrarle todos los secretos. Pronto esto desaparecerá”.

Como si traspasará la barrera del tiempo me encontré dentro de la caverna, era un teatro, gente que me rodeaba y me observaba. Cuando  me fijaba en alguien particular  mutaba, se volvía animal o del sexo contrario, se alargaba o se achicaba hasta desaparecer.  Detrás de las personas se proyectaban distintos escenas,  todas  concluían con la muerte luego de la vida y la vida luego de la muerte hasta el infinito, el círculo se cerraba hacia dentro. En el medio apareció un anciano que sintetizaba todas las voces y las imágenes,  él era todos y cada uno de los que me miraban.


El anciano  me dijo, este es el único punto del universo donde todo lo que es desaparece y lo que fue elige ser. Tú has llegado aquí en forma voluntaria, podríamos decir que eres consciente del estado irreal de las cosas que habitan este mundo, ahora puedes  decidir  el futuro de tu materia y su esencia.  Volví hacia atrás mi pensamiento y recordé la voz de la entrada, el hombre sin destino…. Entonces yo tampoco soy aquel que veo en el espejo, que llaman por ese nombre, quizás ni siquiera sea lo que ellos ven.  Anciano si esto es irreal y soy el que tus sensaciones perciben déjame así,  si no permíteme regresar al punto de partida.

Al mirar  hacia atrás todo había desaparecido, solo un plano y extenso valle, amanecía de regreso, cuando llegue al auto había un hombre y una mujer discutiendo sobre el incidente, desconcertados porque no encontraban signos de violencia ni robo, escuche decir que tampoco encontraban al hombre que supuestamente lo conducía, solo había huellas al costado de la carretera y misteriosamente desaparecieron.  Me acerque a ellos y me presente, les mostré mi documento mi carnet de conducir, ellos me miraron sorprendidos, no cabía duda que era yo. Dos mundos se habían juntado esa noche y yo había quedado atrapado entre el cielo y el infierno.- Mi nombre y mi apellido coincidían,  mi  nacimiento era  un siglo después.


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