El sueño
tomó la realidad y la despertó. No tuvo tiempo de pensar y comenzó la
actuación. El cuerpo estaba inmóvil, pero corría y los ojos sonreían. Ella
creyó que era un milagro y se
dejó llevar en paz sin preguntar. No podía pensar que ese mundo
tenía un final improvisado. Gozó, dispuesta
a probar el amargo y dulce valor de sus No. Sonrío como una flor cuando le ofreció su
tallo y su color.
Sintió la frescura de una
mano precavida. No entendía que se puede amar una vez, un minuto y desaparecer. Él
cree en cosas que ella no ve. También cierra sus ojos y da gracias por la brisa de la noche y por el calor
del amanecer.