martes, 9 de octubre de 2012

Cinco naipes

Acá estoy un día más sentada delante de la computadora, apuntando al centro del reloj para dar en el blanco y detenerlo de una vez.
Creo que me equivoque de profesión, pero nadie se dio cuenta, solo mi mal humor. 
Nadie puede sentir mejor que yo lo que es el aburrimiento a sueldo. Llegue hasta acá como por un empujón, viento a favor, en contra, da igual.  
En estos momentos solo pienso en mi nena. Cualquier sacrificio es posible y vale la pena intentarlo. La recompensa es volver a casa y esperar la hora en que ella regrese con la abuela.
 Me agota pero es un cansancio entrañable. Porque todo el día se consume en ese tiempo de amor.  
La miro cuando duerme de costado con la cabecita asomada por arriba de la manta. Siento ganas de sentarme a su lado y darle muchos besos. Cuando lo hago, comienza a reírse. Intenta hacerse la dormida, pensando que tal vez yo deje de darle mimos. Después me mira entrecortado y me abraza. No sé cuanto duran esos momentos, pero estoy segura que en algún lugar de su corazón se quedará graba para siempre la sensación de bienestar.  Todos debemos tener un rincón de caricias de mamá guardadas. Debe existir alguna forma de traerlas al presente como el aroma del café. 
En ese momento ella,  me dice, mami no quiero levantarme. Me está pidiendo que la suba en mis brazos  para llevarla a desayunar,  como cuando era bebe, ahora como una princesita.
Hay que vivir sus pequeños días porque cada año se aleja con sus zapatitos de cristal.
Cuando me absorbe la rutina  y comienzo a percibir el vacío rememoro su  aroma. Es lo único por lo que me permito sufrir, llorar, reír, sentir.
No imagino un tiempo en el vacio de aguantar tanta pavada si no fuera por su amor. Para mí no sirve nada, todo viene en un molde apretado.
Lo terrible de esta forma de existencia es que somos dos individuos distintos que un día van a tener que separarse. Solo espero que ese puerto quede lejos, y  para entonces la vida me dé una oportunidad de quererla nuevamente, la que me quito. Porque en este escenario de hoy el único significado de la palabra mamá es la bendición de tener a Sofía desparramando papelitos por su cuarto, gritando desaforadamente todo el tiempo, desafiando cada palabra que le digo, manchando su ropa de chocolate, corriendo porque no quiere bañarse, rompiendo el peine, pintando la puerta, sonriendo todo el tiempo en su mágico castillo de 5 naipes, frágiles y ostentosos. Ella se asoma por una de las ventanas que da al lago y de ahí me llama vestida de perla.  Mágico, desordenado, casi sucio pero su cuarto es un palacio donde hay brillo, música, doncellas, príncipes, magos, madrastras, malvadas, dragones, solo es ella en su habitación jugando que está en su  cuento. 
En que lugar se me olvidaron mis cartas, se perdieron los vestidos, desaparecieron los principes  ?
Cuando el cuento doblo la hoja y comenzo la realidad?.

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