Roja como la boca del deseo sin amor.
Azul como las venas que desgarran melancolía.
Es
tu cuerpo que se agranda y se achica en busca de pasión.
La sangre que llama al destino sin
voz.
No
es la misma rosa púrpura que se mezcla entre el verde y el amarillo.
La de un suspiro piadoso y la del
corazón.
No
van por el mismo camino aunque tuvieron igual origen.
Una gota se mezcla con otra. Un color
con un sabor.
Al final del abismo una vuela mientras que la
otra destroza contra el piso su dolor.
Son
lo mismo pero no gustan igual.
Una es espesa y oscura. La otra
tiene el aroma de lo tierno que florece.
Tira
lo que se desprende de uno. Tira lo que no sirve el naranjo y el pomelo.
En pleno vuelo el ave no se desprende
de su nido.
No se tira lo que se quiere.
Es
rojo por dentro y azul a los ojos.
La
dulce miel no se saborea con la mirada.
No puedes ver lo que se siente.
El
dulce no corre por tus venas.
Lo malo se desprende andando.
Las
fibras tienen memoria de quien les dio amor y protección.
Son y no son lo mismo. Porque en el fin está la
pregunta de solo una respuesta, o la mentira.
Cualquiera de las dos tira el cielo
al infierno.
Hay
un solo motivo de por qué el ave aterrizo en el precipicio.
Alguien
deberá convencerla por qué su sangre se apartó sola de sus venas.
En
el escondite solo se recuerdan las sombras que no son reales.