viernes, 14 de septiembre de 2012

El poeta del método

La matemática suele convertirse en una película de ficción para quien intenta descubrirla sin la preparación adecuada o sin la fe. Es amor a primera vista o es odio sobre la piel. Es un camino flotante sobre un universo inconexo de preguntas y respuestas intuitivas y complejas. Es una diosa que concede milagros sin plegarias a quienes comparte su místico código de relaciones infinitas e imaginarias. Para quienes no comprenden su mente y no seducen su alma, se trata de un mandato sobre lo qué es. Es como el siguiente relato que cierto día un conferenciante presento ante una audiencia que debía entender cuáles eran los métodos de verificación de una suma. Su público podría estar compuesto de matemáticos, genios, gente común o simplemente oyentes curiosos. Los primeros no iban a dudar de su explicación, a no ser, que la misma presentara algún error inexorable. Los otros podrían creer como se cree en Dios o dudar hasta el cansancio. Esta presentación fue dirigida a quienes aún sabiendo que el método era concluyente, tenían la misión de avanzar por más. Los otros tenían permitido creer o dudar. El conferenciante pensó que debía atrapar la atención de su público. Debía hallar una introducción sobre el tema capaz de abrir el debate aún antes de finalizar su exposición. Entonces inspirado en la jarra de agua que tenía frente suyo, contó el sueño que tuvo antes de presentar su charla. Comparó el método de verificar sumas con el método de tomar unas fotografías de rinocerontes en el África. Este método consistía en internarse en un río hasta la cintura y captar el instante del animal en el agua. Todos utilizaban el mismo método para fotografiar al animal. En el sueño tres personas en forma sucesivas tomaban las fotos de los rinocerontes. Una de esas personas era en el sueño del conferenciante su amigo, un poeta universal, al cual él no conocía personalmente y quien le regalo la fotografía que acababa de tomar. El conferenciante tenía en sus manos esa fotografía que aún estaba húmeda, y la presentaba al público como prueba de que el sueño no era un invento, era más real que el método. Cuál era el truco que el conferenciante usó. Algunos, o quizá todos creímos que la fotografía había estado en sus manos todo el tiempo y no la advertimos. Sería el conferenciante un profeta que opera ante un público incrédulo como un mensajero divino? Dudas, milagros y fe. Preguntas de repuestas sin preguntas. Sería el método más creíble que un poeta fotógrafo de sueños? El resultado del método sería mas cierto que un milagro?. Por qué solo el poeta podría capturar ese instante soñado y materializarlo en el tiempo? Solo él posee la máquina fotográfica que podría cristalizar los deseos y hacerlos realidad? Qué tendrían en común, los sueños, el poeta y la matemática? Este mago nos estaría invitando a dudar de lo exacto y de lo posible?. Acaso el conferenciante comparó el método con un poema cuyo mensaje y vibración, sería para cierto publico, lo que es, un texto plano, cuadrado y fijo como una foto; para otros un milagro de Dios, quien creo las reglas y las rimas; y dejo para los pocos sabios un desafió de la imaginación. La matemática sería como un poema universal. Sus versos serían de todos, sin tiempo ni espacios. Sus formulas serían laberintos del pasado, del presente y del futuro unidos en un mismo instante. El poeta de los números no se preocuparía por la coherencia de sus enunciados, porque sabría que está impuesta en lo esencial. El que escribiera las reglas del universo las haría con intención de que ellas fueran vulneradas. Sería además de un acto mágico un chiste divino. 

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