Atado en lágrimas cuelga sobre mi pecho el collar de tu
última mañana.
La arena revuelve la espuma
y se impregna el olor de las profundidades.
En algún oscuro canto de lejanía estas mirándome rezar. El
sentimiento descalzo apenas cubierto de sal cubre el sendero partido.
No tengo el calor ni el fuego para inventarlo. Tengo un
sable de plumas que intenta en vano penetra el abismo que nos separa.
El ave detendrá el viaje en un latido cuando se apaguen las
luces y la oscuridad alcance por completo la retina de mi alma.
Estaré esperando que me envíes la invitación en una hoja
seca con el brillo de la tarde.
Sentada sobre el escalón junto a tu puerta cerrada abriendo
paso al milagro que nos unió.
Una canción se escapa del instrumento y me pide que la
consuele. No puedo, el pulso se detuvo hace tiempo solo me quedo el frío de tu pequeña llama encerrada en mis manos.
El poeta no duerme; sueña que estoy viva sobre volando el
final.
Para vos papi, te extraño mucho!
Para vos papi, te extraño mucho!