miércoles, 25 de junio de 2014

Tesoro entrañable

Una mañana estaba parada sobre la avenida Alem y sentí un fuerte dolor que me obligo a inclinarme. Entonces empecé a soñar. Dios me bendijo.- Llamé al poeta y le conté lo que sentía brotaba desde algún diminuto punto de mi ser. Me contesto lo que yo deseaba con pálpito y escalofrío, un sentimiento lleno de sospechas, temores y alegría.

Quedaba transitar por los meses restantes cumpliendo ciclos. El Tres era un número mágico.


Solo una mujer puede sentir lo que yo estoy describiendo. Es muy difícil contar un sentimiento. La poesía puede trasmitir ese cosquilleo por las venas. Comprendí entonces, que el cuerpo había sido creado por un romántico y se engendraba a sí mismo. Todos los días, una palabra se iba agregando a las frases. Un signo de admiración ante alguna novedad; un signo de pregunta cada nueva sensación. No había puntos, solo comas. Un poema que tenía un principio sospechado y un determinado tiempo de finalización.


Cada mes iba con mi marido a la casa del poeta, para que me permitiera ver a través de un aparato aquel verso que se estaba componiendo. Una canción a medida de cada uno.
http://cuandofuipasado.blogspot.com/2013/11/tesoro-entranable.html

Entrada destacada

Locura en gotas de leche

No aceptaba la verdad, porque el vientre es todo. No aceptaba que la encerraron en su cuarto con los miedos del abandono. Luchaba con su...