Demasiado pronto para llegar a tu puerta
Perdí la
llave entre los cercos despegados del pasto
El frío de la chimenea acaricia el silencio de los pájaros
Viajero sumergido en la sangre de los ciegos.
No fue la falta de
fe, ni de un rezo
Dios me abrazo entre el hoy y el quizá,
De aquellas rosas cristalinas
Custodias del tiempo que nunca se abrió.