En un círculo esta la sentencia, tu firma y tus flores recostadas en el umbral
No hay caso, no existen los bueno modales
Entre vos y la nada estas vos y tus circunstancias.
No comprendo tu mundo, quizá demasiado grande para atrapar un
gesto de amabilidad
Despreciable yo que
intenta creerse lo más importante.
Cuando hablamos fue inútil,
fue escuchar la furia reprimida del viento golpeando el vidrio.
Te prometo que voy a buscar tu luz entre las partes rotas.
Voy a juntar una con otra y cuando tenga tu palpito sobre al
altar
En ese instante vas a recordar cómo se decía perdón, hola y gracias.
Te voy a buscar en las olas que no retornan, en el las hojas
que nadie recoge.
Y cuando el suspiro me haga libre,
Y cuando el suspiro me haga libre,
voy a llevarte a un sitio donde las razones olvidan las
causas
debajo de ese mítico encuentro
debajo de ese mítico encuentro
vos me vas suplicar que no enloquezca.
Porque quien hace el mal intencionalmente, no tiene por qué
temer; solo debe prepararse ante el descuido.
Pero aquel, que hace el mal sin querer y no lo repara,
merece algo más injusto, por no tener
dignidad.