El anciano me
pregunto: Hombre cómo llegaste a este lugar?, esto es el fin pero tú estás
vivo!.
Detuve
el auto, era la madrugada de una noche fría y lluviosa, a lo lejos una
luz diminuta, afuera el bosque, el viento fuerte golpeando las ramas. Ruidos
que no se dejaban atrapar y entre tanta oscuridad, yo fumaba, meditando con mi otro yo, aquel
aventurero que me invitaba a salir a caminar en busca de ayuda.
Luego de una hora de andar había
llegado al límite que separaba la realidad del misterio, en ese punto ya se
escuchaban voces y risas, gente alegre que cantaba, ruidos armoniosos, todo
aquello parecía el paraíso pintado de gris. Al asomarme a su interior, una voz
dijo: “El hombre sin destino ha llegado
a nuestro espacio, su visita durara una vuelta en el tiempo, debemos apurarnos
a mostrarle todos los secretos. Pronto esto desaparecerá”.
Como si traspasará la barrera del
tiempo me encontré dentro de la caverna, era un teatro, gente que me rodeaba y
me observaba. Cuando me fijaba en
alguien particular mutaba, se volvía
animal o del sexo contrario, se alargaba o se achicaba hasta desaparecer. Detrás de las personas se proyectaban
distintos escenas, todas concluían con la muerte luego de la vida y la
vida luego de la muerte hasta el infinito, el círculo se cerraba hacia dentro.
En el medio apareció un anciano que sintetizaba todas las voces y las
imágenes, él era todos y cada uno de los
que me miraban.
El anciano me dijo, este es el único punto del universo
donde todo lo que es desaparece y lo que fue elige ser. Tú has llegado aquí en
forma voluntaria, podríamos decir que eres consciente del estado irreal de las
cosas que habitan este mundo, ahora puedes
decidir el futuro de tu materia y
su esencia. Volví hacia atrás mi
pensamiento y recordé la voz de la entrada, el hombre sin destino…. Entonces yo
tampoco soy aquel que veo en el espejo, que llaman por ese nombre, quizás ni
siquiera sea lo que ellos ven. Anciano
si esto es irreal y soy el que tus sensaciones perciben déjame así, si no permíteme regresar al punto de partida.
Al mirar hacia atrás todo había desaparecido, solo un
plano y extenso valle, amanecía de regreso, cuando llegue al auto había un
hombre y una mujer discutiendo sobre el incidente, desconcertados porque no
encontraban signos de violencia ni robo, escuche decir que tampoco encontraban
al hombre que supuestamente lo conducía, solo había huellas al costado de la
carretera y misteriosamente desaparecieron.
Me acerque a ellos y me presente, les mostré mi documento mi carnet de
conducir, ellos me miraron sorprendidos, no cabía duda que era yo. Dos mundos
se habían juntado esa noche y yo había quedado atrapado entre el cielo y el
infierno.- Mi nombre y mi apellido coincidían,
mi nacimiento era un siglo después.