Tus
mañanas son un tiempo sin preguntas
imaginando una verdad sin respuestas.
Me
enseñaste las cosas que en el no, pueden estar.
El
futuro responderá con la maldad que le brota.
Te
fuiste, volves y me abandonas en mis dulces lágrimas.
Son
las marcas que dejo tu perfume en mi silencio.
No
estas como yo quisiera, en las manos que saboreaban mis comidas,
En
las conversaciones de la tarde, en los sueños por partir.
Te
mezclaste con la tierra de tus rosales,
en el pasto que crece con prisa.
Te
visita el viento, la lluvia, el calor desgarrador de enero, a veces nosotros.
Volviste
en un pájaro que retuve solo por pocos meses.
Lo
pose sobre mi mano para liberarlo, pero no, se achico aun mas.
Ayer
se fue, su viaje termino junto a tu nido.
No
imagino desde donde me retuerce el puñal.
Me
hundiste el filo de tu amargura en mis latidos.
Cortaste
la alegría de verte, de tenerte cerca, sin mango en el opaco color de tus
otoños.
No
estas acá para abrazarme contras tus ramas espinosas.
El
sudor de labios, una lluvia de castigos sobre mi espalda.
Te
resisto por detener el reloj un sábado de cumpleaños de inocente despertar.
Festejé
tu día sobre el entierro de tus pies descalzos.
No
podías esperar, necesitaste firmar el minuto sin dueño sobre el papel desteñido.
Un
recuerdo de domingo llorando contra los hielos del cuarto rompiendo el cristal.
Frágil
sin descanso se acerca el cielo contra mi infierno, posa en tus fotos lo único que no deje soplar.