Hubo una vez un ser que tenía miedo. Sentía que iba a madurar y no quería dejar ser para ser. Cuántos obstáculos me costaron superar, sin
embargo yo corría hacia el alambrado, esperando algo... creo que cuando lo
cruce fue el primer desencuentro conmigo misma, quede con todos mis escombros
sobre mí, fuera de mi centro, tratando de elegir lo mejor para construir alguien y cuanto
me equivoque. La de ayer había muerto, entonces nació otra. Necesitaba de su
fuerza, de su protección. Ese pequeño hombrecito de mi interior en quien me
aferré para volver a empezar. También nació Gabriela la buena, la despistada; y
la vecina, la que se enoja, grita y hace de mala. Soy tantas cosas. Una
metáfora, un conjunto de seres unidos para vivir. Algo triste se, que no puedo
volver a saltar el alambrado para separar mejor los escombros. Debo luchar por
quien soy. Me duele, aún me duele la herida y sigo temerosa. Tengo defectos,
me gustan, me hacen sentir humana, debo sí mejorarlos, en mi medida y
armoniosamente.
En este mundo solo sufren los débiles, pero no
entiendas por débil los que fracasan. Débiles son los que tienen un gran
corazón y sufren por tanto egoísmo; sufren los inteligentes. Los que ignoran no sufren, no ven el mundo
mas claro. Los que sufren son los que
buscan un mundo más razonable. En este
infierno donde tenes que luchar por vos mismo, no tenes tiempo para perder. Es
lindo vivir la vida en broma ya que en serio es triste, pero prefiero que sea
triste antes que me absorba la insensibilidad.