Quedaba transitar por los meses restantes cumpliendo ciclos. El Tres era un número mágico.
Solo
una mujer puede sentir lo que yo estoy describiendo. Es muy difícil
contar un sentimiento. La poesía puede trasmitir ese cosquilleo por las
venas. Comprendí entonces, que el cuerpo había sido creado por un
romántico y se engendraba a sí mismo. Todos los días, una palabra se
iba agregando a las frases. Un signo de admiración ante alguna novedad;
un signo de pregunta cada nueva sensación. No había puntos, solo comas.
Un poema que tenía un principio sospechado y un determinado tiempo de
finalización.
Cada mes iba con mi marido a la casa del poeta, para que me permitiera ver a través de un aparato aquel verso que se estaba componiendo. Una canción a medida de cada uno.
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