Algunos parecen no enterarse de
las cosas o prefieren esquivarlas. No soy de los que buscan respuestas, ni de
los que hacen muchas preguntas. Si mi intuición me hace ir por un camino, no lo
esquivo. Es cierto que hay intenciones nobles, el problema aparece cuando las
personas que llevan delante esas nobles causas no son las más honestas. A veces
sucede que no hay intersección entre esos conjuntos, causas nobles y personas.
No obstante veo con cierta envidia mucha gente que, defendiéndolas hacen la
vista gorda sobre quienes llevan delante las mismas. Ahí es donde no puedo
acompañarlos. No creo que puede ir por un camino lo bueno y por el mismo lo
malo, mezclarse y resumirse en lo más conveniente, sin que nos preguntemos para
quién. Por lo menos a mí me hace pensar
que, las causas no son tan nobles como aparentan y que algún provecho sacarían las personas que las emprenden. Pero, siempre
está el que minimiza el robo porque el monto es pequeño, por el ingenio, por la
causa, por el fin. En cambio yo me centro en el que lo realiza. Una persona de
bien, no roba, no mata, no ensucia, no lastima.
Encontrarme todas las mañanas con
gente que me dice lo que debo hacer. Mirarlas
y descubrir que sus pecados son trágicos.
Son los que practican el “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”. Entonces
doy vuelta la página.
Alguna vez, en nuestra juventud todos tuvimos grandes y
nobles ideales. Ideales que fueron mutando con el paso del
tiempo, ajustándose a las necesidades, a la época. Sin embargo hay personas que
viven ese ideal eterno como si fuera una película. El eterno adolecente
que anda en moto contra el viento, riendo, dejando todo detrás, menos su ironía.
Veo a otros que en algún momento cuando cambiaron las circunstancias practicaron lo que les resulto más conveniente mientras su ideal, lo durmieron, por peligroso e inoportuno. Un día lo descubrieron nuevamente y entonces salieron como aquellos muchachos, ahora con sus falsos cabellos largos, sus pantalones gastados de 400 dólares comprados para tal fin a buscar la vieja moto. La encendieron y arrancaba; todavía hacia ruido, tan rustica y sencilla y como jovenes comenzaron a rodar por las calles gritando sus sueños. Los observo, los escucho y algo no concuerda porque ya son viejos, llenos de todo y por azar o circunstancias desconocidas van por más, ellos no juegan.
Arrean jóvenes libres, revoltosos, reaccionarios, creyentes del todo de todos. Llevados por la guitarra y la música de esos viejos rebeldes de ayer que hoy paradójicamente se despiertan en un palacio, comen caviar, desayunan en platos de oro, se bañan en rosas, tan distintos de lo que fueron, pero ellos tan inocentes eso no lo ven, no se preguntan como se transformaron en tan burgueses. Ellos corren contra el viento siguiendo ese ideal tan idílico que sus líderes alguna vez abandonaron. Tan libres y tan esclavos.
Veo a otros que en algún momento cuando cambiaron las circunstancias practicaron lo que les resulto más conveniente mientras su ideal, lo durmieron, por peligroso e inoportuno. Un día lo descubrieron nuevamente y entonces salieron como aquellos muchachos, ahora con sus falsos cabellos largos, sus pantalones gastados de 400 dólares comprados para tal fin a buscar la vieja moto. La encendieron y arrancaba; todavía hacia ruido, tan rustica y sencilla y como jovenes comenzaron a rodar por las calles gritando sus sueños. Los observo, los escucho y algo no concuerda porque ya son viejos, llenos de todo y por azar o circunstancias desconocidas van por más, ellos no juegan.
Arrean jóvenes libres, revoltosos, reaccionarios, creyentes del todo de todos. Llevados por la guitarra y la música de esos viejos rebeldes de ayer que hoy paradójicamente se despiertan en un palacio, comen caviar, desayunan en platos de oro, se bañan en rosas, tan distintos de lo que fueron, pero ellos tan inocentes eso no lo ven, no se preguntan como se transformaron en tan burgueses. Ellos corren contra el viento siguiendo ese ideal tan idílico que sus líderes alguna vez abandonaron. Tan libres y tan esclavos.