Duele y no punza, no termina de lastimar.
Se hunde en el oscuro latido y ahí se queda llorando.
Me pide que lo deje en libertad pero no se desprende de mis
pechos.
Quiero que vueles, alas de cristal empañadas de sal.
Caigo en el desacuerdo de mis voces que no ladran.
Mamá sueño con tus manos.
Sol que ya no me abraza.
Te extraño, te quiero, todos mis días se desvanecen sobre tu
rosal.
La tristeza del pomelo espera en la sombra el silencio del saludo que no pudo
ser.
Todo lo que no llegue a darte, todas las caricias que no
pude saborear.
Ese deseo se va metiendo muy adentro, tejiendo lágrimas.
Una bufanda de nieve, tu alma mi cielo tormentoso.