miércoles, 16 de diciembre de 2020

Incapacidad profesional

Cuando las afinidades personales superan las capacidades profesionales. Cuando las capacidades personales, no son eticas, ni se ajustan a los tiempos. No hay razon que valga la pena.

No es falta de capacidad, es falta de capacitacion. No es falta de capacidad, es falta de empatía.


Mi abuela María Ascensión Cajes

Sofía voy a contarte sobre mi abuela paterna, María Ascencion Cajes. Nacio En Entre Ríos en 1892, su familia era una típica familia Criolla. Ella murió cuando yo tenía 3 años y la conocí solo por relatos de mi padre, que eran muy pero muy pobres. No se casó nunca, en algún momento vendieron las tierras en Entre Ríos y vinieron a Buenos Aires.  Acá seguramente conoció a mi Abuelo, Pietro Salvatore Corrado, un Italiano que nació en 1900 y murió de cáncer en Italia en 1936, cuando mi papá tenía 3 años.

Poco sabemos de él, la partida de nacimiento de Mario Jorge Corrado, tu abuelo decía que su papá era 8 años mayor a María. Lo cierto es que ella, lo tuvo a los 42 años, y le llevaba 8 años más o menos a él. Cuando el abuelo Mario creció, le pregunto por qué no se casó, y ella le contesto que, no había nacido para lavar calzoncillos. Ser feminista ahora, en este siglo XXI es aun difícil, no puedo imaginar serlo en su época.

Mi papá contaba historias de mi abuela, que resultaban absurdas a mi entender. Su familia tenía un auto Ford T para ir a las playas del rio, desfile de moda para elegir ropa, un hermano que se fue a vivir con los indios, un tío comisario. Tenían tierras que perdieron por meterse en política, por lo que entendí eran del naciente partido de la UC. Pero yo no les daba importancia a esas historias. Nunca me puse a pensar, cómo habían llegado a estas tierras mis tatarabuelos. La respuesta era casi obvia, ya que no pertenecían a ninguna ola de inmigrantes. Las cuales se dieron en 1880, y después de la primera guerra Mundial en 1914 y la segunda  en 1945.

Cuando mi papa murió, empecé a revisar papeles y encontré el acta de nacimiento "especial" de ella, porque estaba sellada y con estampillas bancarias. El acta tenía los nombres hasta de mis tatarabuelos. Empecé a re construir el árbol genealógico gracias a Family Search. Entonces pude llegar casi al 1600 y antes también. Ella era descendiente de conquistadores, Vazcos, Españoles, Capitanes y aventureros, mezclados con Indios que habitaron estas tierras desde el vierrynato. Todas aquellas historias de mi padre que parecían cuentos, eran ciertas. Todavía, estoy investigando algunas ramas de mi ascendencia y no dejo de sorprenderme. Mi país y su historia tiene como pequeños integrantes las historias de estas familias, que se asentaron en estas tierras desiertas de hace siglos!  

Me hubiera encantado conocerla y charlar con ella. Es importante conocer la identidad de uno, que no se le niegue. Si por lo menos, me hubieran contando más historias o me hubieran dejado preguntar. Mi mamá, me negaba ese pasado. No simpatizaba, con razón, con los españoles conquistadores, por la matanza a los indios.

Todavia me quedan cosas por descubrir, por ejemplo, si mi tatarabuelo le cuidaba los caballos a Urquiza, como mi papá me conto. Y otras historias más. 

María, mi abuela fue una adelantada a su época. Seguramente tenía carácter fuerte, pues de otra forma no hubiera podido criar sola a un muchachito en los años 30. Tu abuelo cuando se enojaba conmigo, decía que yo tenía el carácter de su mamá.

Sin conocerla, sino a través de la reconstrucción de los relatos por medio de los documentos que obtengo de la época, puedo estar orgullosa de ella, y no dejo de pensar en esos aventureros que llegaron por el 1500 a estas tierras mágicas y bellas. No todos los Españoles habrán sido malos con los Indios, he leido que en nuestra familia, los han defendido y se han mezclado con ellos. Mi presente aquí, tiene un pasado extenso en el tiempo, de un imaginario color histórico reflejado en libros y en la historia de mi país. Gracias a las distintas inmigraciones y desgracias mundiales como las guerras, llevo sangre Vazca, quizas  descendencia india, Italiana y Croata! 

La Argentina es, un crisol de razas.



 


Frases III

 Cuida a la persona que te escuchó y que te dio una mano  sin que  lo pidieras, a cambio de nada.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Corta Frases II

A un ciego, cuando habla se lo escucha. A un sordo, se lo mira. A los que tienen todos los sentidos funcionando, menos sentido común se los debe ignorar.

Corta frases I

Sigo viendo rostros, y no caras. Sigo los ojos de otros, pero no, sus miradas. Sigo escuchando voces, pero no, sus palabras. Sigo presenciando figuras, pero no sus almas. Sigo esperando, que la gente, deje de ser gente y sean personas que miren a la cara, escuchen cuando se les habla y devuelvan la mirada. Sigo creyendo que algún día, voy a vivir en un mundo sin enfermos del alma.

jueves, 4 de octubre de 2018

Nadie


Nadie es más sabio que tus miedos. Nadie es más ignorante que tu soberbia. 
Nadie es más, que tu voluntad y tu fe.

miércoles, 3 de octubre de 2018

La Magia del Labrador

 Si buscas la libertad, no desees algo de lo que no podrás liberarte. Los esclavos que más sufren son aquellos que no encuentran la forma de librarse de sus pesadillas”.

Sofía este cuento se llama “La magia del Labrador” Cuál es tu deseo?
En una era  brillante y de conquistas, existió un hombre que tuvo el poder de crear su destino y el de otros, pero no pudo ser feliz ya que no encontró la manera de inventarse a sí mismo. No pudo encontrar el color de la libertad, de la compañía ni del amor. No supo ser valiente, ni temerario. Su codicia lo condeno a ser el único creador del pasado y del futuro, pero él no lo soporto, no pudo escribir un plan para su propia existencia.
En los tiempos de esa era, vivió un mago que finalizaba su función de magia diciendo que el cielo guardaba un cofre repleto de miradas perdidas. Contaba que durante su viaje por los colores de la luz blanca encontró un mar de pequeños granitos de sal. Con su vara los fue abriendo y dentro de cada uno encontró un color. Fue recorriendo los distintos lugares donde ellos  se escondían de los extraños y al visitarlos los invitaba a liberarse de su alma.  
Pero en su búsqueda sucedió algo que no estaba planificado y fue al llegar al color rojo. Le pregunto si su llama ardía en los ojos de los tristes.
-No comprendo la pregunta. – Contesto el color rojo. – El mago, dijo con voz certera: No importa si comprendes, quiero sentir tu intensidad; déjame mirarte de cerca, tan próximos como para fusionarnos. Entonces el color rojo le entrego un lápiz de regalo con su esencia y le dijo: Si algún día sientes frío, o crees que el cielo cae, o sentís que te apagas, con este lápiz podrás dibujar todo lo necesario para sobrevivir.
El mago lo guardo y continuó  su camino, separando los granitos de sal que iba encontrando, mientras iba escarbando debajo del suelo árido. Así en un soplo de ira, el color verde lo llamo despacito.
-Mago tengo algo para vos que te va a gustar, con mi alma vas poder pintar los árboles, las hojas de las flores más bellas, podrás hacer trigo para comer y dibujar campos, te regalo un  pequeño crayón de mi ser. No quiero que me digas lo que hacen debajo conmigo, solo descubre todo lo que se ve y lo que flota en tu imaginación.
El mago siguió el camino  y ya siendo de noche tropezó con el azul. Este color inunda todo el planeta, es el cielo y el mar, pero a diferencia de los otros dos, es efímero, es casi imposible tomarlo con las manos y retenerlo. Se preguntó si iba a poder llevarse un pequeño trozo de este color. Con mucha calma lo saludo y le dijo si podía entregarle una pequeña llama de su corazón. El azul no mostro simpatía, ni interés. Contesto simplemente que no. Por qué  debía darle algo de su ser a un desconocido? Alguien  que había descubierto el lugar donde la luz comprime todos los colores.
El mago, no esperaba una respuesta así, entonces se quedó  pensando que podría llegar a cambiar de opinión al color Azul. Se recostó sobre un montón de granitos de sal y se durmió.
Soñó que iba en un barco invisible y que nadie, ni el viento, ni las gaviotas, ni las olas ni los marineros lo descubrían. Él era todo y nadie en un inmenso espacio, donde libre, la lluvia no lo mojaba, el sol no lo quemaba y su corazón latía para recordare que él vivía, a pesar que nadie prescindía de él, ni él de nadie. Navegaba día y noche, tomando el oro de los poetas, el zafiro de los piratas, las doncellas de los marineros, y así pasaba el tiempo como un Dios. Hasta que invisible para todos descubrió que no lo era para él. Fue cuando paso cerca de un ojo de un gran pez donde se vio viejo y sellado de arrugas, sintió que pronto moriría y que nunca en todo ese viaje había llegado a ninguna costa, no había tierra, playas ni montañas. Un lugar donde solo él y su inmensa agonía podían conversar sin ser escuchados. Comenzó a llorar y a suplicar que alguien le diera la oportunidad de escucharlo cantar, pues su voz era muy bonita. El mago se desesperó  y entre tantas lágrimas sintió el rostro manchado, el cuerpo áspero y mucha sed. Los granitos de sal se habían diluido como lluvia de penurias. Entonces a su lado estaba el Azul, conteniendo los bordes del pequeño hoyo de agua desconcertante que se había formado. No existía en ese lugar, nada que no sea sólido, pues no llueve y nadie llora. El mago, había hecho magia con sus ojos. El rojo se acercó junto con el verde y dijo, comprendo lo que me decías porque te vimos sufrir, pues ahora tenemos un ramito para regalarte además de nuestro incoloro ser.
El azul, comprendió lo terrible de ser único, disperso y libre de formas, nada querido ni extrañado, pero imprescindible para existir. Entonces le dijeron al mago, te regalamos un cofre con la mezcla de todos nuestros pesares. Veras cuando lo abras que no estás solo. El hombre cree en lo primero que ve y siente. Nosotros pensábamos que éramos distintos, pero no es así, no podemos reír ni llorar, pero tampoco sabemos la razón de nuestra existencia. Ahora entendemos que tu mundo no existe sin nosotros y que además, cada profundidad en la que tu existencia cobra vida, existe uno de nosotros donde se reproduce.
El mago recogió los colores que había guardado en su capa y los agrupó en un lugar, en otro tomo los granitos de sal y luego les pidió un último deseo.  Quiero llevarme, además de lo que ya me han regalado, un recuerdo de todos nosotros juntos, quiero tomarles una foto y pedirles que me enseñen que hay detrás de las colinas. Ellos no se negaron a nada, pero le advirtieron, que lo que hay detrás de ellas no es posible contarlo ya que es de cierta forma sagrado. El mago accedió a guardar el secreto y fueron hasta el lugar. Lo que vio fue un sin número de mariposas de los colores más extraños que, junto con los lápices  armaban cuadros o bosquejos de lugares parecidos a los que tenemos en nuestro planeta tierra.
El color Verde dijo, son obras de arte que si nos gustan las hacemos reales. Tu mundo  es nuestro propósito, nuestra misma existencia. Pues nosotros  hacemos que sus lugares se vean  lluviosos, áridos, impenetrables, llenos de luz. Nuestra conciencia y nuestra alma crea como un poeta las esencias de tu mundo y vos mago,   apenas sos una expresión de nuestras pasiones. Miles de almas se encienden y nos dan vida a través de sus ojos, de sus manos y de sus mentes. Son réplicas de nuestra diversidad.
El mago no pregunto dónde quedaba ese lugar, ni como llego a él, solo les pidió que lo regresen a su mundo. Cuando me pregunten donde estaba, qué voy a contestar?  El color rojo dijo, debes responder  que existe un lugar donde están todas las miradas concentradas sobre el mismo fuego, el resto lo debes callar. Luego de esto le pidió que cerrara los ojos y contara hasta cien.
Cuando el Mago nuevamente abrió los ojos se encontró frente a un espejo con su capa, su varita y un pequeño cofre. Después de unos minutos lo abrió, pero no había nada adentro, no encontró ninguna muestra de lo que había recogido en el viaje por el cielo de sal.
No quiero llorar, dijo el Mago. Quizá  la maldad no tenga destinatarios, tampoco la felicidad. Y si el cofre somos nosotros, repletos de  los posibles colores y granitos de sol y sal que se puedan tomar  y combinar? Un cofre de magia repleto de mariposas que dibujan y pintan sobre mi cuerpo. Voy a quitarme la ropa y dejare que en la noche la luna me abrace en la soledad del bosque.


A plena luz del día un leñador encontró  al hombre recostado sobre un mojón de ramas secas. El hombre estaba desnudo, lo volteó para verle la cara y descubrió que no tenía ojos, boca ni nariz. Abrieron sus manos y encontraron un lápiz de color rojo, otro verde y otro azul. También, esparcido sobre su cuerpo granitos de sal y mariposas secas en sus pies.
El leñador no podía saber de quien se trataba, pues no había nada para identificarlo. Busco en los alrededores si había alguna señal, alguna prenda personal, camino hasta llegar hasta una cabaña. En la puerta de la misma había una nota que decía, bienvenido al lugar donde el sol no brilla y las llamas lloran.  El leñador golpeo la puerta, y al final decidió ingresar.  Al entrar a la cabaña, se encontró con un árbol repleto de mariposas, una capa sobre la mesa y una varita al costado de un espejo. Tomo las cosas, las reviso y cuando estaba por abrir el cofre una voz le dijo, Leñador sigue tu camino, pues el mago no sabía cómo llego hasta aquí. Tu  bondad por el hombre que encontraste no debe ser superada por tu curiosidad. No debes arriesgarte a más, este lugar es desconocido para el resto de las personas, aún aquellas  que siguieron el mismo sendero. Por un misterio del tiempo y el espacio, tu mundo choco contra este y si te arrepientes a tiempo, a las 12 de la noche, bajo la luz de la luna podrás regresar. Si optas por quedarte y averiguar qué es este sitio, solo regresaras mil veces de mil maneras distintas pero nunca serás quien ingreso por esa puerta, pues tus miles de partículas se desintegraron y en un arco de luz formaron materia en otro ser que tu no conoces y nunca lo harás.
El leñador espero a la media noche para emprender el regreso, cuando estaba por salir de la cabaña encontró una foto en el piso, al darla vuelta vio el espanto en sus ojos y el miedo lo paralizo por unos instantes, hasta que salió corriendo por el sendero de la luna. Corrió toda la noche hasta llegar a la orilla del rio. En ese momento ya era de día, cuando metió la mano en su chaqueta encontró nuevamente la foto y sintió el espanto en sus venas. Se quitó  el saco, y sintió ardor por todo el cuerpo, así hasta quedar desnudo. Luego decidió bañarse en el rio. Mientras se iba adentrando en las aguas tranquilas, sentía que el ardor se calmaba. Agacho la cabeza y miro su rostro, no tenía ojos, boca ni nariz. Era un don nadie, un ser que pronto desaparecería en el bosque hasta que, otro campesino lo recogiera; pero él no quería morir, pues había hecho lo que le sugirieron, lo único diferente había sido la foto que tomo del piso, pero sobre la cual no había sido advertido. Debía entonces existir un posible final donde él volviera al árbol donde encontró al hombre. Pero, cómo haría para regresar si, desconocía el camino,  además no tenía ojos para ver, boca para hablar  y comer, pues no era nadie. Su cara solo era un molde.
Decidió volver a la orilla, tomar la ropa y tantear si la foto estaba en su poder en alguna prenda.
Pensó que todo debía ser un espejismos, pues si no tenía ojos, como se había visto en el rio y como había seguido el sendero en la noche. Supuso que era mejor continuar de noche a la luz de la luna. Se secó al sol, se colocó la ropa, prendió fuego junto a un árbol y espero a que oscureciera. En el transcurso del día escucho cantar bonito a un hombre, vio unas colinas que se agrandaban y achicaban, cambiaban de forma, color y tamaño. También, vio el cielo teñirse de rojo, azul y verde y mientras todo eso sucedía él creía que estaba en el lugar correcto, pues nada de eso tenía sentido si él no era humano. Fue pasando el día y cuando se hizo de noche, él ya se había  dormido. Cuando oscurecía él no podía regresar, pues se dormía.
La foto no estaba con él, seguramente la había dejado en el lugar. Sintió desesperanza, pues podía sobrevivir en ese sitio, pero su familia no sabría nada de él, y sus hijos lo darían por muerto.

Qué más podía hacer que esperar algo diferente, cautivo sin rejas, ni esposas, cautivo en un bosque. Entonces pensó en cruzar del otro lado del rio, quizá de la orilla contraria las cosas sucedan de distinto modo. Armo una valsa y se adentró por la mañana en el pequeño rio. Comenzó a impulsarse hacia la orilla contraria pero parecía que nunca llegaba y lo peor sería, que nunca había pasado la noche en el rio. Así, en el desierto de agua, comenzó a teñirse el cielo de grises oscuros y en el medio del silencio el hombre se desvaneció. Pero, sucedió algo distinto, comenzó  a soplar el viento y a llover, entonces el hombre despertó y se dio cuenta que no había luna, ni senderos. Comenzó a cantar pues, estaba despierto, y el viento se hizo más fuerte y en una bocanada llego a la costa contraria. Cuando piso tierra amarro la valsa y se refugió debajo de un árbol. Así, espero al día, al sol que nunca brillo. De ese lado de la costa no había luna ni estrellas. Entonces se dijo, si aquí siempre es de noche voy a poder caminar. Voy a guardar el bote y me voy a ir a caminar.
Cansando de no encontrar respuestas, sino de llenarse de más dudas, el labrador comenzó enloquecer. Camino, corrió, descanso pero cuanto más andaba más oscuro era el lugar, sentía miedo porque además había perdido sentido de los días, de las estaciones. Vencido se maldijo a él, y al hombre que ese día  se interpuso en su camino. Y mientras gritaba el viento llevaba sus coplas a quien sabe qué lugar. Entonces lo sorprendió una voz que le contestaba, vuelve soy el mago que encontraste en el camino, estaba vivo esperando alguien que me encuentre. Mientras tú dormías de noche yo lo hago de día. Sigue mi voz, y llega a mí. Cantaré mientras este despierto,  en algún momento vamos a estar juntos. El labrador le pregunto al señor quien era, y este le contesto soy el mago. Bueno mago, dime si lo que encontré en la cabaña es tuyo. Encontré una foto que me espanto, pues en ella había reflejado el fuego de la maldad como si alguien rompiera todas las venas de su cuerpo contra un vidrio y riera al hacerlo.
No temas contesto el mago, estamos atrapados en un laberinto, no tengo la llave que nos libere de la pesadilla, pero quizá entre los dos podamos pasar los días más aliviados.
El mago cantaba y el labrador seguía la voz. No sabía pues el tiempo que llevaba haciendo eso, hasta que pensó que esa voz vendría del otro lado del rio, pues ahí era de día. Así, llego hasta la orilla del rio que debió cruzar en algún momento que ya no recordaba. Consiguió hacer otro bote y le dijo al mago que lo espere cerca del rio pues él estaría cruzando en la noche. Se sentó en la valsa a esperar el viento y la lluvia, pero esta vez no sucedió. Dejo de escuchar al mago y dejo de preguntarse si existía algo que pudiera sacarlo de ese lugar. Se dejó vencer, y mientras pasaba el tiempo en la oscuridad, pues no había luz en ninguna orilla se sintiendo débil, sus manos recorrían un cuerpo flácido; los ojos si estaban, ya no distinguían las sombras; el cabello era gris y su memoria no recordaba ni los nombres ni los rostros de sus seres queridos.
Ya es hora de decir adiós, no volveré a despertarme sobre la valsa, si es que estoy vivo moriré.
El hombre se tiró al rio y a pesar de saber nadar se dejó hundir, pero el rio apenas tenía 1m de profundidad en la mitad del surco. Bueno estoy destinado a la nada. Soy la nada en carne y alma. Soy el mago, el labrador, el hombre que no posee rostros; soy un destello, la conciencia de un loco, el sueño de un ermitaño. Soy el poeta que no escribió las mejores prosas. El amante infiel, el sol pálido, la lluvia acida. Entonces comprendió, que al principio de los tiempos, no existía el mundo como lo conocemos, él estaba cerca del camino, en la puerta del infierno y pronto lo vendrían a buscar y así se durmió.

Era la navidad de 1969, el hombre llego a luna, una voz grito de alegría y entonces el hombre despertó. Pronto, le dijeron ya es la hora de la nueva función. Ponte tu capa y toma tu vara,  deja la ropa mojada del labrador sobre una silla. Esta es otra función no te quedes dormido. El hombre se sentó en el escenario completamente desconocido y espero a que el telón se abriera, pasada la media noche el reloj dio una campanada y se escuchó   la voz tenue de un Señor que presentaba la obra. El majestuoso teatro para solos, tiene el agrado de presentar una nueva función en navidad; al que descubra los trucos se le entregara un premio, ni más ni menos que su propia libertad. Entonces se abrió el telón y delante de  sí había sombras y se escuchaban voces. El mago pregunto: qué debo hacer, pues no conozco el lugar, a ustedes, y desconozco mi obra.
Alguien del fondo contesto, pues si quieres ver, utiliza los lápices de colores y busca entre tu ropa si escondiste algo que no te pertenece. El hombre tomo los lápices, y comenzó dibujar un cielo azul, un sol brillante, árboles y flores. Cuando termino, al costado encontró una cámara de fotos, la tomo en sus manos y saco una, en ese mismo instante el lugar se ilumino, y entonces las sombras se hicieron rostros y los rostros eran moldes. Un hombrecito le dijo desde un asiento, te pedimos que no contaras lo que viste en las colinas de sal. No cumpliste la promesa, vanidoso; al llegar repartiste granitos de sal por doquier. Este mundo no es salado, era dulce hasta que vos no comprendiste el mensaje. Nosotros somos el cofre de todas las miradas que buscan amor, comprensión, alegría, somos los que no tenemos un lugar donde quedarnos felices. La diferencia entre vos y nosotros es que, tu pesadilla es real, la nuestra  fue de un espacio anterior, nos fuimos y nadie nos lloró. Hombrecito, deja que el labrador tan bueno que intento ayudarte regrese con su familia, pues nunca se encontraran en la orilla, la misma no existe, son la expresión ambigua de la soledad de los lápices.
En este mundo no habitan las expresiones certeras, los deseos no se materializan  y las circunstancias se convierten en destino.  Déjalo ir, deja que se encuentre camino a su casa lejos de ti. Tu mundo ya no existe entre los colores y las expresiones humanas. Ahora perteneces a la caja de los moldes. Duerme mago sobre tu egoísmo. No todos comprenden que las cosas que ven y las que sienten son demasiado frágiles para traicionarlas.
Un viento fuerte arraso con las nubes y el cielo se puso colorado furioso. Se olía la comida y se sentía el humo de la chimenea. Todo era casi igual a cuando había partido hacia al pueblo por el bosque, pero algo no funcionaba. Cuando me acerque a la entrada e ingrese a la casa, mi mujer era aún joven y bella. Me miro de manera extraña, medio asustada y me dijo, Señor pase le daremos comida, refresco y un baño. Entonces me di cuenta que no me reconocieron.  Pregunte por los hijos y luego de manera suave por su marido. Ella me contesto, él salió en la mañana a buscar provisiones, regresara para la cena.
No hice nada, comí, me bañe y me recosté. Cuando el sol bajo y el frio se hizo más potente, se escuchó  la voz de un hombre que llamaba a mi mujer. Esa  era mi voz. Me acerque para mirar cómo era aquel hombre a quien ella abrazo. Y me sorprendí al ver que no era yo. Algo había cambiado. En otro mundo, casi en un paisaje igual, existía una familia como la mía, donde solo un integrante era distinto, ese era mi otro yo. Cómo iba a explicarles lo que sucedió?
El señor como se llama? Me llamo Juan, pero me dicen Labrador; fui hasta la casa del mago, de regreso sucedió algo extraño en el bosque. Escuche que me llamaban y me suplicaban que fuera a la orilla del rio. El mago me conto que vio un anciano correr hacia al bosque gritando y maldiciendo, no será usted?
No señor, yo no busco a nadie, solo me gustaría ir a lo del mago quizá él pueda con su destreza ayudarme con mi problema. Pregunto, por curiosidad si de camino al pueblo donde él vive existe una colina árida donde crece un árbol de frutos rojos. El labrador me contesto que sí, ese es el árbol de los deseos. Las personas van de noche y piden cosas, para que se cumpla deben dejar regalos, ofrendas. Muchos dejan anillos, oro, otros dejan la vida.
-La vida, pregunte?- Sí, hay una leyenda que cuenta de un hombre que no encuentra nunca su destino. Una noche de luna llena llego al árbol y pidió  convertirse en Rey de estas tierras, a cambio le ofrecía al árbol su alma y la de toda su familia. El hombre se quedó  dormido y nunca más despertó.
Muchas personas dicen escuchar que llora, que grita, a veces canta; algunos hasta creen verlo sin rostro y desnudo. Nosotros creemos que vive en el árbol y que si uno come de su fruto, se vuelve avaro y codicioso. También pierde la noción del tiempo y del espacio. Se vuelve eterno  y errante.

-Usted sabe si se convirtió en Rey?- Dicen que sí, pero no de estas tierras. Fue desterrado a un desierto de sal con tres lápices de colores para que dibujara todo lo que él quería que existiera en su reino. Así fue que tuvo casi todo, pero nada de verdad. Dice que él crea imágenes que nosotros luego vemos.
-El mago sabe algo de todo esto?
-          El mago sabe mucho, dice que viajo por esas tierras porque comió de su fruto y su deseo fue llegar a él.
-          Y luego qué sucedió?
-          El mago conto todo lo que vio y enloqueció. Dice que tiene más de 100 años y que ya no le queda nada que pueda sentir por él. El Mago dice tener fotos y piedras de sal de ese mundo. También dice que su rostro no es un dibujo, pues a cambio de liberar al hombre que injustamente peno por él, su rostro  se convirtió en un molde con ciertos retoques que lo hacen verse humano. El espera a un amigo, quizá usted sea esa persona.
-          Bueno, entonces voy a ir a visitarlo.

Seguí el camino indicado, pase junto al árbol de los deseos y no me detuve, camine por horas hasta llegar a la casa del mago. Era la misma que había encontrado en el bosque el día que encontré al hombre junto al árbol. Esta vez no ingrese a la cabaña. Continué el camino por el sendero  hasta que me detuve. Al mirar hacia atrás vi todo desdibujado. No alcanzaba a ver la cabaña, ni el bosque. Por delante me esperaban espacios verdes, colinas y quien sabe qué cosas extrañas encontraría. Ya estaba viejo y me costaba caminar, por eso decidí que lo mejor, sería construir una cabaña donde quedarme el resto de mi vida, ya que mucha vida por delante no tenía, aunque ya desconocía mi edad.

Pasaron inviernos, primaveras, veranos, otoños. Nadie se cruzó en mi camino y nunca regrese al pasado. Una noche golpearon a mi puerta, era un joven igual al que años atrás me indico el camino hacia la casa del mago. Él no me reconoció. Yo lo deje entrar y le pregunte por su esposa, si aún vivía,+; por sus hijos, por el árbol y el mago. El Señor me miro y me contesto que, en un sueño un anciano le dijo que por estos lados, él encontraría lo que más amaba, la familia que había perdido cuando era chico, pues su cabaña que quedaba por estos lugares se había incendiado luego que el anciano  abandono el lugar.
Sus padres lo habían dejado junto al árbol del deseo y no regresaron por él. Creció solo, yendo de un lado al otro del rio en su pequeña valsa, donde pescaba. Una noche de Luna muy grande soñó con el anciano, quien le indico que debía ir hacia el bosque en esa dirección.

Bueno, pequeño tu no deberías ir más lejos de aquí. Yo estuve atrapado por años en un círculo sin fin hasta que encontré mi lugar, este donde estas ahora.  Quédate conmigo y olvida tus sueños. Tus padres   quizá ya no vivan y de tu casa solo quede madera podrida. Yo te daré mi lugar con la promesa de que nunca irás más allá de las colinas. El hombrecito entró comió y se recostó. A la mañana siguiente cuando fui a buscarlo, él estaba recostado hacia un lado de la cama, cuando lo di vuelta me di cuenta que no respiraba, había muerto.
En ese momento sentí pena, hice lo que todo ser humano debe hacer, buscarle un lugar para su descanso eterno. Luego me senté a revisar su mochila, dentro de la misma encontré, lápices de tres colores, piedras de sal, una vara y una capa. En un bolsillo de la chaqueta había un papel, lo saque y en ese instante pude ver la foto del espanto, estaba yo multiplicado cien veces, en el rio, en las colinas de sal, en la cabaña, bajo el árbol, en algunas tenía mi cara real en distintas edades, en otras un molde. Las figuras parecían tener una secuencia, y al adivinarla falta una parte, la última para completar la serie. Comprendí que había enterrado la última versión de mi yo real. Ahora debía limitarme a vivir como un molde, a no sentir y a no creer.  
Se hizo de noche y el anciano cerró las puertas y las ventanas, se sentó junto a la chimenea tomo una botella de alcohol y la lanzo al fuego. Todo comenzó a arder y mientras los colores se mezclaban y formaban un arco iris, apareció el verde, el azul y fuerte el rojo. Los tres lo saludaron y lloraron junto a él. Tu eres nuestro padre, ahora, ya no hay manos que nos acaricie y no existirán nuevas flores y paisajes. Tu mundo  destruyo el fruto de la esperanza, del deseo, nos dejaste con los ojos pero sin matices para acariciar. Somos los colores primarios ¡ Los dueños de la luz y de la oscuridad.

Todo se destruyó. En el  lugar donde habitaban los sueños repetitivos quedo una nota tallada en un árbol de frutos rojos que decía lo siguiente: “Si buscas la libertad no desees algo de lo que no podrás liberarte. Los esclavos que más sufren son aquellos que no encuentran la forma de librarse de sus pesadillas”.


Sofía, cuál es tu final feliz?

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