viernes, 30 de diciembre de 2011

El yo a la carta.

Te invito a desayunarme, el menú lo elijo yo según lo que siento de vos.
Es así, se puede ser de tantas maneras posibles como personas uno se cruce en la vida sin la apatía de ser uno y siempre el mismo, aunque nadie nos conozca mejor que nosotros.
Por qué darse a todos en la misma cantidad y medida?
Es creíble que siempre nos comportamos de la misma manera en escenarios distintos con personajes cambiantes?.
El imaginario yo manda un farsante a cada lugar. Así se crea El yo a la carta. Solo que no es lo esperado por el comensal.
Si el invitado tiene presión Yo a la Carta se unta de sal.
Si el invitado tiene diabetes Yo a la Carta se rellena de chocolate.
Si el invitado es vegetariano Yo a la Carta se convierte en asado.
Por qué será que no se ofrece según las expectativas y lo previsto?
Puede ser que no le interese, o tal vez, quiera dar una falsa y mala imagen.
Puede ser que intente demostrarle al otro que está equivocado, que puede hacer lo que quiera si se lo propone.
Por qué tirar de la naturaleza del otro? Por qué no ser complaciente? Por qué intentar que el otro se convierta en su peor versión?.
Yo a la carta es un divertido menú de chantajes.
Alguna que otra vez, en raras ocasiones, se ofreció según la conveniencia de su acompañante. Cuentan las malas lenguas que lo hizo para burlarse, para socavar su inconsciente en busca del peor de sus secretos. Y también dicen, que cuando lo encontró, le ofreció un próximo encuentro, donde se relleno con el peor de los deseos.
Yo a la carta, no elige al azar a las personas que invita. Por lo general le gustan aquellos que se exponen demasiado, gente rara muy contenta que ostenta la victoria.

Yo a la carta, por cierto que les advierte que, no es un buen menú. Pero suelen desafiarlo. De aquellos encuentros perversos a veces, nacen amistades impredecibles.
No todo esta infinitamente perdido. Muchas personas se imaginan como un gran chocolate, se muestran para ser deseados, y seleccionan solo a algunos para poder saborearse. Muchos compran su refinado envoltorio, ponen precio y rebaja. Yo a la carta no es menos. Solo que no ofrece nada.

jueves, 29 de diciembre de 2011

El espejo psicólogo


Alguna vez fueron a un psicólogo a quien le hablaban,  hablaban y este ultimo solo nos decía hola y adiós?.
Muchas veces me pregunte, cuál sería mi imagen al estar frente al profesional descargando  a brotes mis emociones?. Comencé a sentir la necesidad de sentarme frente a un espejo y hablarle de mis cosas a él como si fuera otro.
Entonces, apreciaba cada gesto de mi rostro, mi boca, mis labios, mis cejas, mi mirada ,  mis ojos, mis manos, mi señas, mi cuerpo en todo ese discurso que elaboraba.
Me sorprendió verme tan irritable por una pavada o tan emocionada por un hecho insignificante.
A las semanas colgué un papel en espejo y le puse un nombre. Iba al oráculo.
Una terapia extraña, porque sin palabras de por medio el espejo me trasmitió mas comprensión que una persona mortal.
Me devolvía en vivo y en directo el fenómeno del encuentro. Aprendí  a conocerme a través de mis gestos más que de mis palabras;  incluso me arrepentí de cierta forma de pensar y cambie la lógica de tal manera que aquello que intentaba decir fuera exactamente igual a lo que trasmitía físicamente.
Un día me senté frente al espejo sin hablar por horas y trate de observarme. Empecé a reflexionar como me veían los demás cuando no interactuaba con ellos, o cual era mi imagen presentada ante un extraño en el colectivo, el subte, al paso.
De todas esas largas sesiones frente a mi espejo, presentí que el psicólogo aprendía mas de mis silencios que de mi verborragia.  Me invitaba a relajarme y tener una mirada introspectiva.  Desde entonces, busque un psicólogo nuevo con quien interactuar, ya que el espejo era lo suficientemente inteligente para responder mis dudas. Busqué conocer en los silencios a las personas observándolas. Luego avance un poco más y me convertí en un espejo invertido de ellas. Cuando alguien intentaba autocontrolarse yo le devolvía la imagen de la locura. Cuando otro intentaba callar yo le devolvía el grito.

Así me fui percatando que las personas en algo nos parecemos, y es en el desconcierto que nos provocan las actitudes que se manifiestan fuera de lo previsto.  La escuela es un estupendo moldeador de compartimientos predeterminados.  Todos salimos con más o menos 10 reglas que nos permiten presentarnos,  conocernos, relacionarnos y soportarnos. Regla mas, regla menos,  todos sabemos lo que es ser educados.  El conflicto se genera cuando nosotros no esperamos nada y en cambio decidimos hacer lo que nos place a cualquier costo. Ingresamos al rubro de la locura.  En el filo de ese encuentro nos volvemos pequeños, todo es yo y deseo.
Si nos observáramos 10’ por día frente al espejo comprenderíamos lo tremendamente aburridos, rutinarios, inexpresivos, deprimidos, ausentes, alineados que son nuestros instantes. Cuanto tiempo de vida real reprimida!!. Mi espejo me reveló el secreto de mis conflictos. Yo no me soporto 24hs al día haciendo lo que esperan los demás. Ese es mi problema, y la única solución que le encuentro es el suicidio prematuro del deseo.

El sabio en su creacion

Me conocías en el silencio y en la tempestad.
Domando con paciencia la fuente de locura seca que brotaba de la nada.
Puliste el cristal contra la roca y moldeaste mi destino.
Sabias que me parecía al desierto que contempla el horizonte de tus llantos.

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