No recuerdo que cantaban los marineros. Me levante a mirar la hora y el reloj no estaba completo. Faltaban los números pasadas las 3 am. En el piso encontré una hoja de papel y una frase que no decía nada, pero me hablaba. Sentí la inocencia del final. Solo una letra mas le faltaba al abecedario del destino. Una frase que complete el sentido del amor, del goce, del perdón. Una mano a quien entregarle el secreto. Un vientre para comenzar de nuevo. Esa letra termina en la carne y se funde en el comienzo. La vida nace en lo entrañable y desaparece cuando ya nadie llora tu perfume seco. Se desliga de lo eventual y se aferra a lo que perece. Todo desaparece un día y el recuerdo ocupa el todo. La frase quizá nunca se complete, porque nada es finito.
lunes, 5 de marzo de 2012
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