viernes, 18 de enero de 2013

El alama gris


La rutina es la película de una vida filmada para no ser diferente. La rutina es la vida misma, es la sensación de no permitir que nos lleven el alma en el intento por existir. Es un molde establecido con limites flexibles que algunos logran vencer sin pasarse al otro lado y otros nunca intentan traspasar. Algunos luchan por un lugar, otros  cooperan y otros sacan rédito de ambos.

Almas dóciles que jamás dudan,  garantizan el status quo, hacen todo  sin pedir nada a cambio, solo por temor a que se quiebre la seguridad que les otorga la costumbre de sus actos.

Los hombrecitos de almas grises cuando hablan suelen demostrar que son enteramente felices, cuando se reúnen con sus amigos, no se cansan de hablar de los logros obtenidos. Siempre hablando de su Yo. La rutina que no escapa al show del sentido más abstracto y absurdo del ser.

Personas domesticadas casi de la misma forma que se le da cuerda a un reloj,  no necesitan pensar demasiado en el otro para conducir sus vidas.

No se si son felices o si su rosa felicidad es opaca? A veces siento envidia porque parecen aceptar la realidad sin más vuelta, y caminan sin que nadie se de cuenta de su existencia. Solo se vuelven enceguecedores cuando ellos necesitan de otros para concretar algún objetivo.

En esta autopista de la que solo se es capaz de aminorar el paso saliéndose del camino, la felicidad consiste en no dejarse atropellar. Un modelo que esta basado  en el marketing de las emociones y sentimientos. No existen personas sin cartas de presentación, son el  titulo, el puesto, la casa, el auto.  No te pregunte que haces, que tienes sino quien eres.  No podes responderme? No sabes? Cuando estamos desnudos frente al espejo, y nadie nos mira, cómo nos vemos, cómo nos amamos?

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