martes, 20 de enero de 2015

Gracias a mi madre



Hace unos años me encontraba indecisa pensando en mi futuro y no sabía si seguir mi intuición o la lógica. Mi mamá entonces me dio un consejo y me dijo, no se cambia de caballo en mitad del río. No queda muy bien irse y abandonar dos veces el mismo lugar, menos cuando la situación es delicada.   Al día de hoy puedo decir que ese fue uno de los peores consejos que mi madre de manera inocente me dio, y yo  seguro, el peor consejo hasta el momento que  seguí.
Las decisiones aunque cuesten tomarlas, después de oír otras opiniones, si aun así no encontramos una razón al asunto, deberíamos seguir la intuición. Porque las respuestas muchas veces están al final del camino y no, cuando las necesitamos.  Tener la  confianza suficiente en nosotros  y darle para delante, es más que ser optimista.  Hay que tener el coraje de quedar solo expuesto a las críticas, pero a la larga, eso es mejor que complacer. Por alguna razón sos el único que puede sentir lo que, en un cierto momento no tiene explicación;  vos conocés dónde te estas metiendo, con quienes  te estas relacionando. Solo vos tenes el privilegio de mirar los ojos de las personas que te hablan. Esos ojos no mienten, se expresan bajo cualquier silencio, sobre todo cuando son esquivos a tu propia mirada. El sentir debería tener un lugar justo al lado del pensar.
Por algo contamos con ambas cosas.
Y como padres deberíamos apoyar más a nuestros hijos. Claro que un padre siempre hace lo que cree mejor para un hijo, por eso están perdonados. Los pecados después de cierta edad son únicamente nuestros.

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