Suaves ilusiones que tropiezan en el desamparo.
La metáfora que rompe el silencio.
Llora el pervertido mientras la risa se posa en un plano lejano.
El desahogo se roba los pañuelos de seda.
Las agujas no dan cuenta de mi existencia.
Un terremoto abre el cielo y las estrellas caen sobre mis manos.
Un tumulto de voces se acerca en el desacuerdo, no escucho.
Amarga transparencia se abre en cada flor.
En la soledad del encuentro que no existe busco delicias que en la tierra no han de brotar.