jueves, 13 de septiembre de 2012

Boda de negro

En la orilla la arena dibuja la ola. 
En el aire el viento soleado pinta la tarde. 

Se van en los pasos que acerca la brisa.  
No te puedo alcanzar en tu vuelo de cometa. 

Me brotan los besos de los labios y el baile de las melodías. En tu cama el olor al adiós se va perpetuando. 

Un descanso sin horas cruzando un puente sin agua. 
Un hilo de esperanza cubre tus ojos desgastados; temerosa mirada de despedida. 

Me senté a acariciarte, intentando grabar el dolor del amor y el silencio en mis manos. Sabía que pronto no ibas a estar y te amaba. 

Tu madre te recibió un día con los pechos grandes; yo en cambio tuve que despedirte con el cielo y el infierno atrapado en mi cuerpo. 
Punto final. El dolor salió de mis entrañas y te abracé. 
Te dije adiós. Te espero.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Ellos donde quieran que esten



Nosotros los indígenas civilizados
tenemos un jefe de innovaciones 
que nos consume día a día, 
 un cacique apodado tecnología.

Nosotros las bestias de las ciudades 
no tenemos ya víctimas animales, 
ahora perseguimos a las carnes, embarazadas de almas y de pasiones. 

 
Pobres son los Humanos.   Sus  voces se quebraron junto al llanto de un lago. 
Rezan bajo un horizonte roto, 
donde no tiene cabida el sol y los ángeles.


Ellos, los poderosos, desgarraron al hombre desde su estado. 
Ellos no tienen pasiones, se consumen sin dejar rastro. 

Yo, que soy un indígena de este siglo humano, 
que apenas creo en Ellos y me mato.

Ellos  me dan cultura. Ellos me domesticaron. 

Yo, que quiero salvarme, 
les pido que no destruyan al género humano. 
Nosotros estamos tristes, 
de ser Indios y ya, no tener Pájaros. 

No me interesan los libros que  pueda leer desde las nubes.

Superficial para vos


La sangre es la gota de tu desesperanza.
        Roja como la boca del deseo sin amor.
         Azul como las venas que desgarran melancolía.

Es tu cuerpo que se agranda y se achica en busca de pasión.
         La sangre que llama al destino sin voz.

No es la misma rosa púrpura que se mezcla entre el verde y el amarillo.
         La de un suspiro piadoso y la del corazón.

No van por el mismo camino aunque tuvieron igual origen.
        Una gota se mezcla con otra. Un color con un sabor.

 Al final del abismo una vuela mientras que la otra destroza contra el piso su dolor.

Son lo mismo pero no gustan igual.
           Una es espesa y oscura. La otra tiene el aroma de lo tierno que florece.

Tira lo que se desprende de uno. Tira lo que no sirve el naranjo y el pomelo.
         En pleno vuelo el ave no se desprende de su nido.
          No se tira lo que se quiere.

Es rojo por dentro y azul a los ojos.

La dulce miel no se saborea con la mirada.
           No puedes ver lo que se siente.

El dulce no corre por tus venas.
          Lo malo se desprende andando.

Las fibras tienen memoria de quien les dio amor y protección.

 Son y no son lo mismo. Porque en el fin está la pregunta de solo una respuesta, o la mentira.
          Cualquiera de las dos tira el cielo al infierno.

Hay un solo motivo de por qué el ave aterrizo en el precipicio.
Alguien deberá convencerla por qué su sangre se apartó sola de sus venas.
En el escondite solo se recuerdan las sombras que no son reales.

Locura en gotas de leche

No aceptaba la verdad, porque el vientre es todo. No aceptaba que la encerraron en su cuarto con los miedos del abandono. Luchaba con sus emociones. El terror escribía poemas en sus pupilas. La verdad estaba a la vuelta de la represión que la vistió en todos los talles. Le mintieron hasta despedazarla! Disfrutaban del placer a la sombra de los que quedaron solos sin su ramo. El recuerdo se trunco en un desnudo descanso entre el cielo prometido y el infierno permitido. Su ida te dejo una lágrima que suave flota el odio y no estalla sobre tus manos. Se enfermo porque le arrancaron sus pétalos adivinos. Encontró el remedio apartando del alma tus caricias de leche y tus ojos buscándola con el llanto. Se fue achicando hasta que dejo de vivir. Un vestido nuevo, un desayuno en la cama, una caricia con un beso, le habrían bastado ese día para no desfallecer. Dejo de respirar mucho antes de su último minuto. Mientras le mostraban una vida en la que no había personas que le interesara su existencia. Te sedujeron a ignorarla. Girando hacia atrás te arrancaron de golpe de sus pechos. Lejos la llevaron para que nadie la viera y la contuviera. Se fue pudriendo primero su alma, luego su cuerpo. La amenazaron con quitarle las caricias de lo que más amaba. No fue culpable de su agonía, fue víctima de estar encadenada a los miedos de la locura. Intento encontrarte por su laberinto. Pero él no lo permitió. Le quito su fruto, el agua, la posibilidad de estar. Cada segundo en el desprecio. Ese día supo absorberlo todo hasta agotar stock. Gira el presente sobre tu cabeza y tu cuerpo, de espaldas al espejo en el que te ves hoy. Da paso al perverso que vive en tu pecho encerrado desde el momento en que comprendiste que no había retorno. De ahí no se vuelve, se llega solo o por un empujón. Se alejo con sus pasos sedientos, mientras otros partieron envueltos de mentiras. Ese día espero el regreso pero el instante se le hizo pasado. Fue armando las valijas y luchaba porque no se abriera la puerta antes de tu regreso. Lejos caminaban sobre la hierba dócil. Entraba la noche y en el sueño incomprensible de su última desgracia. Era frágil, no pudo hacerle frente a ese diablo con el que vivió. Nadie acudió en su ayuda, porque él no lo permitió. Tampoco se preocupo por su destino, al contrario lo precipito. En lo lejos no se escuchan los llantos, no se siente la desesperación. Se despidió ausente cuando sus ojos pudieron percibir el vacio. No solo la dejo partir, le compro la maleta donde la llevo puesta, sino que en ella también te cargo a vos. Comprendo el enojo por el destino. Inconciente vive el que sin sentido entierra su primera bocanada de amor.
Con amor a Mary..

miércoles, 21 de marzo de 2012

Verdad

Es terrible herir con la verdad, pero que morboso es herir con la mentira. Solo ciertas personas pueden vivir en el mar de sus deseos sin morir, pero eso no significa ser dueño de las profundidades. No se quiere a quien no se entiende, no se quiere a quien no se comprende.  En el paraíso de tu propia persona, esta tu fe, tu Dios y tu condena. Vos sos el único dueño de tu cielo y de tu infierno.  Sos dios y  diablo. Pureza y pecado.

lunes, 12 de marzo de 2012

El minuto del adios



Cuenta en uno, dos, tres el reloj que esta recostado. Son las horas que se alejan en las sombras, siempre en círculos y hacia delante. Es el mismo hilo de luz que alcanza las paredes y amanece detrás del muro. No encuentro el brillo del tiempo, ni las agujas que marcan el paso. Estoy mirando hacia afuera y veo que tus lágrimas regresan con el viento. Escucho que ríen en el frío, alguien canta y esa niña que me busca me encuentra tarde, en el final del juego. En el verde de tu cielo, en el azul de tu aroma, en el espacio de tu tiempo en mi memoria. No están los grises no están las sombras. Hay perfume amarillo mezclado de rosas. Me envuelve la indiferencia del día y la blanca tristeza de la sensación. No vuelves del encierro y no levantas tu voz. No escucho el calor del entierro, de la lluvia que impregna tus manos desaparecidas. Rodeado de la tierra y de las flores que sentiste crecer; estas en la eternidad. No puedo acercarme, me duele, no tengo coraje ni perdón. Ese lugar es tuyo y de mi madre, de los dos. No puedo acercarme, siento que no respiro. Debo decir adiós.

lunes, 5 de marzo de 2012

El sabor de las lagrimas

Un silencio quedo grabado en una hoja de papel. Intente leer el mensaje pero solo pude acariciar el comienzo de la frase. Podía sentir la desesperación, pero no podía deletrearla. No me alcanzo el corazón para poder entenderlo. No pude repetir lo que estaba entre los márgenes. Tome la hoja la acerque a mi pecho, cerré los ojos y rece. Tuve entonces un sueño. Las olas se desprendían del mar y llegaban hasta el encierro. Sollozaban contra las rocas el verde del musgo y los caracoles la arena. Me suicidaba contra el abismo de las piedras y el papel mágico cantaba las estrofas de un naufragio. No me alcanzo el miedo ni el espanto para frenar el impulso. Caí fuerte en el remolino y amanecí sobre mi cama con olor a mar y con espuma en los ojos. Era invierno. No supe por qué estaba empapada de sal en mi cama.
No recuerdo que cantaban los marineros. Me levante a mirar la hora y el reloj no estaba completo. Faltaban los números pasadas las 3 am. En el piso encontré una hoja de papel y una frase que no decía nada, pero me hablaba. Sentí la inocencia del final. Solo una letra mas le faltaba al abecedario del destino. Una frase que complete el sentido del amor, del goce, del perdón. Una mano a quien entregarle el secreto. Un vientre para comenzar de nuevo. Esa letra termina en la carne y se funde en el comienzo. La vida nace en lo entrañable y desaparece cuando ya nadie llora tu perfume seco. Se desliga de lo eventual y se aferra a lo que perece. Todo desaparece un día y el recuerdo ocupa el todo. La frase quizá nunca se complete, porque nada es finito.

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