La matemática suele convertirse en una película de ficción para quien intenta descubrirla sin la preparación adecuada o sin la fe. Es amor a primera vista o es odio sobre la piel. Es un camino flotante sobre un universo inconexo de preguntas y respuestas intuitivas y complejas. Es una diosa que concede milagros sin plegarias a quienes comparte su místico código de relaciones infinitas e imaginarias. Para quienes no comprenden su mente y no seducen su alma, se trata de un mandato sobre lo qué es.
Es como el siguiente relato que cierto día un conferenciante presento ante una audiencia que debía entender cuáles eran los métodos de verificación de una suma. Su público podría estar compuesto de matemáticos, genios, gente común o simplemente oyentes curiosos. Los primeros no iban a dudar de su explicación, a no ser, que la misma presentara algún error inexorable. Los otros podrían creer como se cree en Dios o dudar hasta el cansancio. Esta presentación fue dirigida a quienes aún sabiendo que el método era concluyente, tenían la misión de avanzar por más. Los otros tenían permitido creer o dudar.
El conferenciante pensó que debía atrapar la atención de su público. Debía hallar una introducción sobre el tema capaz de abrir el debate aún antes de finalizar su exposición. Entonces inspirado en la jarra de agua que tenía frente suyo, contó el sueño que tuvo antes de presentar su charla. Comparó el método de verificar sumas con el método de tomar unas fotografías de rinocerontes en el África. Este método consistía en internarse en un río hasta la cintura y captar el instante del animal en el agua. Todos utilizaban el mismo método para fotografiar al animal. En el sueño tres personas en forma sucesivas tomaban las fotos de los rinocerontes. Una de esas personas era en el sueño del conferenciante su amigo, un poeta universal, al cual él no conocía personalmente y quien le regalo la fotografía que acababa de tomar.
El conferenciante tenía en sus manos esa fotografía que aún estaba húmeda, y la presentaba al público como prueba de que el sueño no era un invento, era más real que el método.
Cuál era el truco que el conferenciante usó. Algunos, o quizá todos creímos que la fotografía había estado en sus manos todo el tiempo y no la advertimos.
Sería el conferenciante un profeta que opera ante un público incrédulo como un mensajero divino? Dudas, milagros y fe. Preguntas de repuestas sin preguntas.
Sería el método más creíble que un poeta fotógrafo de sueños? El resultado del método sería mas cierto que un milagro?. Por qué solo el poeta podría capturar ese instante soñado y materializarlo en el tiempo? Solo él posee la máquina fotográfica que podría cristalizar los deseos y hacerlos realidad? Qué tendrían en común, los sueños, el poeta y la matemática? Este mago nos estaría invitando a dudar de lo exacto y de lo posible?.
Acaso el conferenciante comparó el método con un poema cuyo mensaje y vibración, sería para cierto publico, lo que es, un texto plano, cuadrado y fijo como una foto; para otros un milagro de Dios, quien creo las reglas y las rimas; y dejo para los pocos sabios un desafió de la imaginación. La matemática sería como un poema universal. Sus versos serían de todos, sin tiempo ni espacios. Sus formulas serían laberintos del pasado, del presente y del futuro unidos en un mismo instante. El poeta de los números no se preocuparía por la coherencia de sus enunciados, porque sabría que está impuesta en lo esencial. El que escribiera las reglas del universo las haría con intención de que ellas fueran vulneradas. Sería además de un acto mágico un chiste divino.
viernes, 14 de septiembre de 2012
jueves, 13 de septiembre de 2012
En linea discontinua
Son los puntos del plano que imprimen un paso vertical.
Me recuerdan el azar y la fe.
Un destello entre medio del presente y las líneas que se cruzan en el espejo.
Me recuesto a la orilla del camino y veo caer las hojas amarillas que luego junto.
Llevo grabada la caricia, el desorden y en cada palabra un reproche. Yo no tengo mochilas, ni objetivos desmesurados.
Lo peor del poder es el daño que le causan a los que lo sufren y el finito espacio de tiempo en el que tratan de sujetarlo.
Palpita rápido. Se para y arranca. Es arrítmico el sentido de quererlo todo. Y todo no alcanza para ser un singular como la gente.
Me despierto pensando cómo va a ser este día en la prisión. Viajo por las caras de las personas que me rodean, trato meterme adentro de sus voces y mirarme en ellos para sacarles hasta la última gota de felicidad y desgracia.
Después, de regreso a casa me traigo lo mejor que cada uno de ellos me dio sin saberlo. Su mala onda, su egoísmo, su desconfianza, su consejo, una sonrisa comprometida, un saludo cansado, una metáfora cotidiana, una muestra de poder improcedente y grosera, todas sus miserias. Sus desperdicios me llenan de vida.
Cuando llego me siento del lado del plano, donde termina el espacio y el tiempo.
Guardo todas esas maravillas que ellos me dan, así como su aliento.
Pienso que si no estuvieran tan ocupados, si fueran más humildes, yo les devolvería algo que quizá no querrían. Quién quiere sus defectos?
Yo en cambio los amo.
Tasa vacia
No pude encontrarte en el abismo de tus mañanas teñidas de te.
Ni te di el abrazo que hubiera querido. Esa noche, me despedí con un beso, como siempre.
Te siento despertar junto al color de tus aromas, mezcla de lluvia y sol.
El verde que tiñe tus pies regados de barro.
No hay viento que me traiga tu alma, ni calor que me devuelva tu ternura.
Hay mañanas de manos vacías y pasados que las extrañan.
Te espero, te acurruco desde mi dolor, mamá.
Ni te di el abrazo que hubiera querido. Esa noche, me despedí con un beso, como siempre.
Te siento despertar junto al color de tus aromas, mezcla de lluvia y sol.
El verde que tiñe tus pies regados de barro.
No hay viento que me traiga tu alma, ni calor que me devuelva tu ternura.
Hay mañanas de manos vacías y pasados que las extrañan.
Te espero, te acurruco desde mi dolor, mamá.
Boda de negro
En la orilla la arena dibuja la ola.
En el aire el viento soleado pinta la tarde.
Se van en los pasos que acerca la brisa.
No te puedo alcanzar en tu vuelo de cometa.
Me brotan los besos de los labios y el baile de las melodías. En tu cama el olor al adiós se va perpetuando.
Un descanso sin horas cruzando un puente sin agua.
Un hilo de esperanza cubre tus ojos desgastados; temerosa mirada de despedida.
Me senté a acariciarte, intentando grabar el dolor del amor y el silencio en mis manos. Sabía que pronto no ibas a estar y te amaba.
Tu madre te recibió un día con los pechos grandes; yo en cambio tuve que despedirte con el cielo y el infierno atrapado en mi cuerpo.
Punto final. El dolor salió de mis entrañas y te abracé.
Te dije adiós. Te espero.
En el aire el viento soleado pinta la tarde.
Se van en los pasos que acerca la brisa.
No te puedo alcanzar en tu vuelo de cometa.
Me brotan los besos de los labios y el baile de las melodías. En tu cama el olor al adiós se va perpetuando.
Un descanso sin horas cruzando un puente sin agua.
Un hilo de esperanza cubre tus ojos desgastados; temerosa mirada de despedida.
Me senté a acariciarte, intentando grabar el dolor del amor y el silencio en mis manos. Sabía que pronto no ibas a estar y te amaba.
Tu madre te recibió un día con los pechos grandes; yo en cambio tuve que despedirte con el cielo y el infierno atrapado en mi cuerpo.
Punto final. El dolor salió de mis entrañas y te abracé.
Te dije adiós. Te espero.
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Ellos donde quieran que esten
Nosotros los indígenas civilizados
tenemos un
jefe de innovaciones
que nos
consume día a día,
un
cacique apodado tecnología.
Nosotros las
bestias de las ciudades
no tenemos
ya víctimas animales,
ahora
perseguimos a las carnes, embarazadas de almas y de pasiones.
Pobres
son los Humanos. Sus voces se quebraron junto al llanto de un
lago.
Rezan bajo
un horizonte roto,
donde no
tiene cabida el sol y los ángeles.
Ellos,
los poderosos, desgarraron al hombre desde su estado.
Ellos no
tienen pasiones, se consumen sin dejar rastro.
Yo, que soy
un indígena de este siglo humano,
que apenas
creo en Ellos y me mato.
Ellos
me dan cultura. Ellos me domesticaron.
Yo, que
quiero salvarme,
les pido que
no destruyan al género humano.
Nosotros
estamos tristes,
de ser
Indios y ya, no tener Pájaros.
No me
interesan los libros que pueda leer desde las nubes.
Superficial para vos
Roja como la boca del deseo sin amor.
Azul como las venas que desgarran melancolía.
Es
tu cuerpo que se agranda y se achica en busca de pasión.
La sangre que llama al destino sin
voz.
No
es la misma rosa púrpura que se mezcla entre el verde y el amarillo.
La de un suspiro piadoso y la del
corazón.
No
van por el mismo camino aunque tuvieron igual origen.
Una gota se mezcla con otra. Un color
con un sabor.
Al final del abismo una vuela mientras que la
otra destroza contra el piso su dolor.
Son
lo mismo pero no gustan igual.
Una es espesa y oscura. La otra
tiene el aroma de lo tierno que florece.
Tira
lo que se desprende de uno. Tira lo que no sirve el naranjo y el pomelo.
En pleno vuelo el ave no se desprende
de su nido.
No se tira lo que se quiere.
Es
rojo por dentro y azul a los ojos.
La
dulce miel no se saborea con la mirada.
No puedes ver lo que se siente.
El
dulce no corre por tus venas.
Lo malo se desprende andando.
Las
fibras tienen memoria de quien les dio amor y protección.
Son y no son lo mismo. Porque en el fin está la
pregunta de solo una respuesta, o la mentira.
Cualquiera de las dos tira el cielo
al infierno.
Hay
un solo motivo de por qué el ave aterrizo en el precipicio.
Alguien
deberá convencerla por qué su sangre se apartó sola de sus venas.
En
el escondite solo se recuerdan las sombras que no son reales.
Locura en gotas de leche
No aceptaba la verdad, porque el vientre es todo.
No aceptaba que la encerraron en su cuarto con los miedos del abandono.
Luchaba con sus emociones. El terror escribía poemas en sus pupilas.
La verdad estaba a la vuelta de la represión que la vistió en todos los talles.
Le mintieron hasta despedazarla! Disfrutaban del placer a la sombra de los que quedaron solos sin su ramo.
El recuerdo se trunco en un desnudo descanso entre el cielo prometido y el infierno permitido.
Su ida te dejo una lágrima que suave flota el odio y no estalla sobre tus manos.
Se enfermo porque le arrancaron sus pétalos adivinos. Encontró el remedio apartando del alma tus caricias de leche y tus ojos buscándola con el llanto. Se fue achicando hasta que dejo de vivir.
Un vestido nuevo, un desayuno en la cama, una caricia con un beso, le habrían bastado ese día para no desfallecer.
Dejo de respirar mucho antes de su último minuto. Mientras le mostraban una vida en la que no había personas que le interesara su existencia. Te sedujeron a ignorarla. Girando hacia atrás te arrancaron de golpe de sus pechos.
Lejos la llevaron para que nadie la viera y la contuviera. Se fue pudriendo primero su alma, luego su cuerpo.
La amenazaron con quitarle las caricias de lo que más amaba.
No fue culpable de su agonía, fue víctima de estar encadenada a los miedos de la locura.
Intento encontrarte por su laberinto. Pero él no lo permitió. Le quito su fruto, el agua, la posibilidad de estar. Cada segundo en el desprecio. Ese día supo absorberlo todo hasta agotar stock.
Gira el presente sobre tu cabeza y tu cuerpo, de espaldas al espejo en el que te ves hoy. Da paso al perverso que vive en tu pecho encerrado desde el momento en que comprendiste que no había retorno. De ahí no se vuelve, se llega solo o por un empujón.
Se alejo con sus pasos sedientos, mientras otros partieron envueltos de mentiras. Ese día espero el regreso pero el instante se le hizo pasado.
Fue armando las valijas y luchaba porque no se abriera la puerta antes de tu regreso. Lejos caminaban sobre la hierba dócil. Entraba la noche y en el sueño incomprensible de su última desgracia.
Era frágil, no pudo hacerle frente a ese diablo con el que vivió. Nadie acudió en su ayuda, porque él no lo permitió. Tampoco se preocupo por su destino, al contrario lo precipito.
En lo lejos no se escuchan los llantos, no se siente la desesperación.
Se despidió ausente cuando sus ojos pudieron percibir el vacio.
No solo la dejo partir, le compro la maleta donde la llevo puesta, sino que en ella también te cargo a vos.
Comprendo el enojo por el destino. Inconciente vive el que sin sentido entierra su primera bocanada de amor.
Con amor a Mary..
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