El hombre graba en su mente la representación simbólica de casi todos los nombres que las cosas poseen. Así, para cualquier individuo con cierto nivel de civilización, una casa es algo material construido para habitar. Una mesa sería algo construido para apoyar elementos y/o sentarse a comer.
Sin importar el idioma, los símbolos son internacionales, trascienden las culturas y los tiempos. Cuando algo nuevo se inventa lleva asociado un símbolo, aunque el significado del término no sea el mismo, y aunque no tenga el mismo peso de valor.
Pero, qué sucede con los objetos de la imaginación? Cómo sería materializar el futuro, si no podemos constatar el tiempo ni el espacio?. Muchos objetos imaginarios son asociados con figuras geométricas, por ejemplo el futuro, puede representarse como una línea que avanza hacia delante en el tiempo y en el espacio; mientras que el pasado se presenta hacia atrás. Estas interpretaciones supongo tiene que ver con el ciclo mismo de la vida: el nacimiento, el crecimiento y la muerte. Si algo retorna del más allá no será bajo la conciencia del pasado, sino que comenzará un nuevo ciclo.
Será por eso que la idea del eterno retorno de Nietzche me parece ridícula e imaginaria. Si alguna vez algo se repitiera tal como lo hemos vivido, tendría que ser en un universo sin conciencia, totalmente distinto del que conocemos; pues los hechos que fueron registrados en la historia, colectiva, escrita y verbal se convertirían en adivinos, nada sería azar, no existiría el libre albedrío, las personas ante la desesperación, decidirían suicidarse si al final nada fuese como lo esperaban, y si lograran suicidarse se cortaría la cadena del eterno retorno. En cambio, si todo sucediera en otro tiempo y en otro espacio, podríamos repetir hasta el cansancio los mismos errores y atrocidades que nos precedieron. Habría infinitos mundos que estarían naciendo y muriendo y al final quizás todos se destruirían.
La inexistencia del retorno puede verse como “una perversión moral” , pero nada impide que lo fugaz sea condenado y que todo este permitido. El retorno existe de tal forma que demuestra que no existe la fugacidad del momento, porque las guerras siguen existiendo, aunque cambien los estados. Los fines siguen justificando los medios, los nombres son distintos, pero el símbolo no cambia. Muerte, hambre y explotación tienen siempre la misma expresión facial de tristeza y resignación, esa delgadez que penetra el olvido, descalzos pasos que caminan hacia a la muerte y el abismo. Pobres de distintas naciones, ricos en distintas mansiones. El retorno es presente y futuro. Solo hay que advertir que, de antemano este mundo fue perdonado, porque Dios acepta a los que se arrepienten de sus pecados un segundo antes de morir, pero no sabemos si también pregunta a los damnificados, si ellos se arrepienten de sufrir.
Yo miro el futuro como una línea que retorna, circunda la memoria de los pueblos y cambia de nombre de acuerdo a la época y a los escenarios montados para cada momento. Un publico expectante escucha un discurso que se habla en ingles y dice lo mismo que alguna vez un romano presento ante los bárbaros.