Solo un encantador muy confiado puede creer de verdad que el toro de ojos azules siempre se quedaría sentando a espera de su última orden. Resulto que el toro fue más sensato y de más corazón que su Opresor, un educado y coqueto encantador de animales salvajes. El toro pudiendo quitarle la vida, se permitió burlarse de él.
A diario nos encontramos con domadores que subestiman la fuerza y el instinto de supervivencia de los oprimidos. No comprende que hasta el más salvaje de los animales es capaz de copiar un acto repetitivo y monótono, al final la magia sale de la galera, y aunque eso no suceda, los pasos se vuelven previsibles. Entonces el experto domador de salvajes sumisos cae en cuenta que se aprovecho de la situación más de lo conveniente, lo peor para él fue la máxima confianza en sí mismo, casi ignorante de aplicar siempre las mismas reglas, y por sobre todo la poca desconfianza hacia el brutal animal. Lo subestimó, no lo desafío. El toro tiene corazón, instinto y supervivencia. Además de coraje para ir al hoguera.
Sucede en casi todos los ambientes y situaciones donde la mayoría acepta un papel, una regla y un escenario; mientras de la vereda de enfrente, el otro acecha con la ilusión de que ningún actor descubra que no hay razón para fingir que el encantador no tienen ninguna virtud para tenerlos a todos haciendo el esfuerzo de contener su furia, reprimiendo los deseos, avasallando las esperanzas, agotando las fuerzas y rompiendo los esquemas.
A cada encantador algun dia le llega su toro de ojos azules.....