Hace unos años me encontraba indecisa pensando en mi futuro
y no sabía si seguir mi intuición o la lógica. Mi mamá entonces me dio un
consejo y me dijo, no se cambia de caballo en mitad del río. No queda muy bien irse
y abandonar dos veces el mismo lugar, menos cuando la situación es delicada. Al día
de hoy puedo decir que ese fue uno de los peores consejos que mi madre de manera
inocente me dio, y yo seguro, el peor consejo
hasta el momento que seguí.
Las decisiones aunque cuesten tomarlas, después de oír otras
opiniones, si aun así no encontramos una razón al asunto, deberíamos seguir la
intuición. Porque las respuestas muchas veces están al final del camino y no,
cuando las necesitamos. Tener la confianza suficiente en nosotros y darle para delante, es más que ser
optimista. Hay que tener el coraje de
quedar solo expuesto a las críticas, pero a la larga, eso es mejor que
complacer. Por alguna razón sos el único que puede sentir lo que, en un cierto momento
no tiene explicación; vos conocés dónde
te estas metiendo, con quienes te estas
relacionando. Solo vos tenes el privilegio de mirar los ojos de las personas que
te hablan. Esos ojos no mienten, se expresan bajo cualquier silencio, sobre
todo cuando son esquivos a tu propia mirada. El sentir debería tener un lugar justo
al lado del pensar.
Por algo contamos con ambas cosas.
Y como padres deberíamos apoyar más a nuestros hijos. Claro
que un padre siempre hace lo que cree mejor para un hijo, por eso están
perdonados. Los pecados después de cierta edad son únicamente nuestros.