Hoy volví a escuchar al muchacho
del subte de la línea B. Parece que canta bien, ya que la gente se reúne, lo
aplaude y el feliz toca sus temas.
Siempre le digo a mi hija que si hay algo que envidio, no es el dinero,
no es el poder, simplemente envidio a las personas que tienen una virtud tan
linda que no solo les hace feliz a ellos sino también, pueden compartirla con
los demás y hacerlos pasar un buen momento.
Por eso, envidio los que tienen la virtud de cantar, la virtud bailar,
virtudes populares que nacen con uno, se mejoran con el tiempo y nunca mueren.
Esas personas son pocas en relación
con el conjunto y a la vez son muchas. Uno, que no entiende canto o el arte, le puede agradar o no alguien. Pero por algún
motivo del azar, no todos triunfan. Entiendo que esos pocos, además de
virtud y talento, tienen carisma y suerte. Los otros que conocemos por
casualidad y los que no, seguramente son felices a pesar de que no llegan a lo
alto. Ellos despiertan con su guitarra, son su don y salen a las calles a
disfrutar un día más en el paraíso. Su infierno, debe ser más suave. Imagino
que sus tristezas, sus alegrías se disipan con el solo hecho de usar su varita mágica,
su virtud.
Si existiera un retorno y pudiera
elegir que hacer, me gustaría nacer con la virtud del canto de los tristes, de
los poetas. Quisiera estar un día en la piel de alguien que crear un ritmo, un sonido
y lo puede compartir con miles de personas, agradeciendo su presencia, su arte.
El arte viste de gala el alma del
hombre. El hombre sin arte es un ser a medias. Es simplemente un hombre, con una profesión, con
un oficio, con una razón de ser, es una serie. El arte en cambio, embellece, calma, distiende, seduce. El arte, se
perdona aunque no se entienda, porque se siente, porque enamora, une y libera.
Envidio sanamente a ese muchacho
del subte B, que cuando arranca o cuando llega el tren la gente se voltea a las
ventanillas con una sonrisa en busca de
quién es el mago dueño de esa música que parece gustarles tanto. Yo en
cambio soy uno más que no tiene nada para ofrecerles.